Si usted no tiene dinero.
La tristeza se le reflejaba en el rostro, no podía ocultarlo, por más que tratara de disimularlo, su dolor se veía en su cara.
Se sentó en el banco, el parque estaba lleno de jovencitos limpia botas y él los mirabas lleno de dolor y admiración; y en ese estado exotérico en que se encontraba observándolo, se le acercó uno de ellos.
- Señor… ¿Le limpio los zapatos?
Este había venido del lado opuesto a los que él estaba observando, por eso no se percató cuando venía. Trató de ocultar su dolor, más cuando vio el rostro de éste lleno de inocencia y ternura, trató de ocultarlo más, pero se equivocó, los niños tienen una capacidad extraordinaria para captar las emociones de los adultos, aún sin estos hablar; y más si estos están expuestos a atropellos constante de su inocencia. El titubeó un poco, pero aceptó.
- Esta bien…
Cogió su latita que tenía debajo del brazo, se sentó encima de ella; y la limpia bota en medio de él y el señor.
Fue sacando cada uno de los utensilios de su trabajo. Primero los paños, el liquido, la pasta; y luego el cepillo. Mientras tanto, el señor lo observaba. Echó líquido en una tapita de compota y con un cepillo de dientes, empezó a untárselo a los zapatos. El señor pensó que en épocas pasadas pudo ser de él. En cada movimiento que ejecutaba el niño era digno de admiración; y con el dolor del señor, ésta admiración se triplicaba.
Y mientras destapaba la pasta para darle brillo a los zapatos, el niño que había visto y sentido éste dolor en sus padres, le preguntó.
- Usted… ¿Está triste? ¡verdad!
El señor frunció las cejas, pero al ver la inocencia del rostro, cedió.
- Un poco…
El niño no hizo más preguntas, pues vio como se le aguaron los ojos al señor; y al terminar de limpiar los zapatos, el niño le dijo.
- Si usted no tiene dinero, después me lo paga…
Sandy Valerio.
miércoles, 7 de mayo de 2008
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