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miércoles, 7 de mayo de 2008

Princesas.

Princesas
(cuento)

El cansancio se ha apoderado de ti. Te levantaste temprano a lavar, pues, el cúmulo de ropa era extraordinario. Y más que la ropa de tu esposo es doblemente sucia por la tierra del conuco. Pero eso no importa, siempre te enseño tu madre que la mujer es para la casa y el hombre para el trabajo. Te enseñó a ser una mujer que le pesa el ruedo de la falda. Ahora te sientas a descansar, ya terminaste de brillar los utensilios de la cocina. Se ven impecable. Si estuvieran en una vitrina se verían más lindos. Aunque en el orden que los a colocado en los palos de la cocina, se ven esplendidos. De mayor a menor, en forma descendente. Las pailas que hace un ratito estaban como el neumático de un carro, por el humo del fogón, ahora lucen como si fueran de plata en la tabla que tu esposo ha clavado para que las coloques.

Qué satisfecha te sientes, tu casita luce impecable. Tu esposo cuando venga del conuco se sentirá feliz, él te ha manifestado que le encanta como tu pones a brillar la casa.

Ahh…Sentada como te encuentras te das cuenta que se te ha olvidado algo, el piso. Haces un gesto para levantarte, pero te acuerdas que el agua que queda no es suficiente para rosear el piso, y no tienes energía suficiente para buscar al arroyo el agua que te falta. Y como el barro que tiene el piso es bastante bueno, está claro que el día anterior tu lo mojaste.

Pero eso no importa, lo que importa es que tu casa luce impecable. Quién diría que saliste una mujer de tanto temple. Cuantas mujeres desearían tener el carácter que tu tienes. El valor inquebrantable, y, al mismo tiempo, la ternura. Sí que eres extraordinaria.

Tan extraordinaria como la reina Isabel de Inglaterra que estás viendo en esa foto de la revista Hola que tienes en la mano. No tienes nada que envidiarle.

Hojeas la revista mientras descansa. Ves la reina que sale en diferentes lugares del palacio. Te queda anonadada de tanta belleza. Te absorben las majestuosidades de las fotos. Sus extraordinarias riquezas. Todo te absorbe.

Te concentras en la foto de la reina, con la princesa de Gales en las piernas. La inocencia de la niña se maximizaba en la foto, y tú, como madre, la percibías, y te dices –Que felices son – y de repente un grito infantil te hace volver a la realidad. Es tu niña, tu princesa, que tiene calentura desde ayer.

Sandy Valerio 



Pintura "Campesina en fogón" de Rafael de Dominicana

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