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sábado, 12 de noviembre de 2011

Vicios Gerenciales.

Vicios Gerenciales.






Índice:
Introducción.
Vicio Gerenciales.
Gerencia Despótica.
Gerencia Sádica.
Gerencia Deshonesta.
Gerencia Intemperante.
Gerencia Orgullosa.
Gerencia Prejuiciada.































Introducción.

En el breve ensayo que he decidido escribir, no como una guía de reproche hacia aquellos que poseen una dirección de una empresa o de un departamento, sino, como una guía para aumentar las utilidades o las eficiencias; pero también, para evitar el colapso. Pues de una cosa estoy seguro, y es, que todos los derrumbes de grandes corporaciones se debieron a vicios gerenciales de sus directores ejecutivos, por ende, de sus directores intermedios.

Cuantas anécdotas circulan en los círculos gerenciales de gerentes carentes de escrúpulos, o de corporaciones colapsadas o al borde del colapso por vicios de sus gerentes. En nuestro país podemos citar Baninter, Bermúdez, Barceló, Hache y muchas más. Y, en el plano internacional Enron por ser el colapso más trascendental.

Estas empresas tuvieron en sus direcciones a individuos sin la más mínima pisca de escrúpulos.

Ahora bien, en éste breve ensayo podría surgir la pregunta del millón, ¿cómo llegaron estas personas a la dirección de dichas empresas? En éste ensayo no me interesa indagar sobre esta pregunta y su respuesta. Lo que sí puedo asegurar es que fue por una actitud despótica, una actitud deshonesta, una actitud orgullo, y demás vicios gerenciales que contribuyeron al total o parcial colapso de las empresas.

Pero qué debemos analizar, ¿cómo se mantuvieron por tanto tiempo en dicha dirección? Sencillo, porque se crea una estructura viciada. Cada uno de los individuos que pertenece a esta estructura gerencial viciada tiene que actuar conforme a su entorno o quedará desahuciado o sacado del consejo de dirección.

Nuestra naturaleza gregaria nos hace imitar las actitudes de los que nos están dirigiendo. Y si esta está viciada, la nuestra también.

De aquí que se haga tan difícil descubrir todos estos males que afectan la efectividad del consejo de dirección o de la empresa.

A continuación analizaremos lo que para mí son los vicios gerenciales más dañinos para cualquier institución, consejo de directores o cualquier departamento. Sea éste recurso humano, finanza o mercadeo.






















Vicios gerenciales.

Vicios; afición excesiva a una cosa, generalmente perniciosa.

Los tiempos actuales en que nos ha tocado desenvolvernos, cargado de estrés, limitación de tiempo, y demás obstáculos del quehacer cotidiano, nos ofuscan de tal manera que ideas claras planteadas por otros correligionarios, son desestimadas, sin siquiera ser analizadas. Ahora bien, si a esto le agregamos nuestros malos hábitos o vicios, adquiridos durante nuestro desarrollo personal, las consecuencias pueden ser escalofriantes para nuestras empresas o departamentos.

Escape de personal calificado, pobre efectividad en sus labores, pérdida de tiempo en el proceso de producción. Enfoque distorsionado de los objetivos. Escasa o nula armonía en el ambiente de trabajo. Entrenamiento continuo limitado. Relaciones públicas e internas con marcadas limitaciones. Contratación del personal menos calificado. Poca o escasa promoción del personal. Todas estas distorsiones del ambiente laboral son las causantes de las desapariciones de las empresas o de unas utilidades limitadas. Datos financieros distorsionados; escasas, malas o nulas evaluaciones de resultados financieros.

Pero no debemos de dejarnos de hacer la pregunta de ¿quién o quiénes son los causantes de todas estas distorsiones?

Será la junta de directores, los gerentes departamentales, los supervisores; o los lideres grupales de la empresa. Cada sector tiene su cuota de culpa. Ya está más que demostrado que cada empresa desarrolla su propia naturaleza, es decir, que desarrolla rasgos característicos. Sean buenos o malos. Si vive constantemente renovando o si está muy rezagada tecnológicamente. Si le gustan los retos o si es ultra conservadora. Si desarrolla valores de lealtad con sus empleados o si no le importa cambiar constantemente su empleomanía. Si le da importancia a cada miembro de la compañía o si sólo le importa las opiniones de sus directores.

Fijémonos que las virtudes o vicios de los gerentes son directamente proporcionales a las virtudes o vicios de la empresa. El perfil del gerente será el mismo perfil de la empresa. O de lo contrario será excluido de esta.

Si la empresa está siendo dirigida por gerentes cargados de vicios conductuales; como el despotismo, los prejuicios, el orgullo, la deshonestidad y el sadismo. Serán empresas con beneficios muy limitados y poco vanguardista. Su evolución en los mercados será a paso de tortuga y los nichos de mercados no serán aprovechados.

Por ejemplo, un gerente déspota, autoritario, en donde primara su criterio por encima de todo el mundo, tenga éste la razón o no. La misma naturaleza despótica no le permite abrirse a las sugerencias, por el contrario, las opiniones que asimila, generalmente son opiniones de los de su entorno, pues, al despotismo nutrirse del servilismo y no de la capacidad (el capaz no es servil) esto se traduce en menos utilidades.

El gerente déspota crea un ambiente de hostilidad, es decir, que incentiva el chisme, la burocracia y la falta de impulso. No estimula a sus empleados a desarrollar su creatividad, por el contrario, si el empleado hace una sugerencia que beneficie a todos, automáticamente se le comunica que no fue contratado para dar sugerencias.

No hablemos de los otros vicios pero imaginemos gerentes prejuiciados, gerentes sádicos, gerentes deshonestos y gerentes orgullosos. ¿Podrá reinar armonía en empresas o departamentos con gerentes con estas características? ¿Podrá mostrar utilidades o buenos resultados gerentes con estas debilidades?

De aquí que las empresas tienen que estar constantemente autoanalizándose. Evaluando a sus gerentes y directores departamentales, pues, al ser sus líderes respectivamente, sus súbditos imitaran estas actitudes o vicios, por ende, se colectivizarían y reinaría el caos.





Gerencia Despótica.

Cuando el despotismo se ha incrustado en una empresa, será bastante difícil de erradicar, y tomando en cuenta que las mayorías de las empresas que adoptan esta actitud son empresas familiares. Los márgenes de cambio en estas empresas son muy limitados, pues, la misma naturaleza despótica no le permite abrirse a las sugerencias, por el contrario, las opiniones que asimila, generalmente son opiniones de los de su entorno y, el déspota se nutre del servilismo y no de la capacidad. ¿Cómo se traduce esto?, en menos utilidades, es decir, en la desaparición de la empresa.

El gerente déspota crea un ambiente de hostilidad, es decir, que incentiva el chisme, la burocracia, la falta de impulso y, desestímala a sus empleados a desarrollar su creatividad. Por el contrario, si el empleado hace una sugerencia que beneficie a todos, automáticamente se le comunica que no fue contratado para dar sugerencia. Y ni hablar de su responsabilidad social.

Si las empresas midieran su rendimiento conforme las actitudes de sus gerentes y directores departamentales, de seguro sus utilidades se incrementarían, y su eficiencia aumentaría en un 100 por ciento. De aquí que una empresa exitosa y que sirva de ejemplo social, depende del personal que la dirija, tantos los de alta dirección como los directores intermedios.

¿Pero cuáles son las características que sobresalen en un gerente déspota?

1- El autoritarismo; es una de las característica principales en el gerente déspota. El no permite márgenes para la concertación. Las decisiones se toman verticalmente, de arriba hacia abajo. No le da márgenes para discernir a sus empleados o al consejo de directores. En ocasiones es tan fuerte que cae en una dictadura gerencial, pero casi siempre este tipo de anomalías sólo se pueden observar en empresas familiares. El 90 por ciento de las ocasiones este autoritarismo es asimilado por los directores departamentales y estos a su vez lo trasladan a sus dependientes.

Este crea una atmósfera de tensión fuera de lo normal y, por ende, a cada instante desencadena una circunstancia anárquica, con consecuencias fatales. Cuando me refiero a fatales, es a la pérdida de tiempo que se crea y, esto a su vez se traduce en menos utilidades. Con cada minuto que se pierde en una empresa, esto se traduce en un 10 por ciento o 15 por ciento menos de las utilidades. Y esto siendo conservador.

2- Servilismo; el gerente déspota se alimenta del servilismo, lo disfruta y lo incentiva. Es, se podría decir, su modo vivendi. Su narcisismo se acrecienta a su máximo esplendor cuando uno de su dependiente se le arrastra como una culebra en total sumisión a contarle algún chisme o para halagarlo por alguna decisión de éste. Es tan así, que en muchas ocasiones se llega al ridículo.

Ahora, debemos de detenernos y hacer un paréntesis para diferencial el servilismo del empleado leal.

Como dijimos con anterioridad, el servilismo se arrastra, se humilla; no tiene independencia y no es leal. Muy por el contrario del empleado leal, éste mantiene sus convicciones, su postura ante su jefe, procura el bienestar de la empresa y el bienestar de cada uno sus compañeros. No anda con maquinaciones perniciosas de sus compañeros para ganar estatus dentro de la empresa, por el contrario, trabaja en base a su capacidad. De aquí que se mantiene en una constante capacitación, desde luego, que esto en muchas ocasiones le crea situaciones, pues, el gerente déspota lo ve con desdén.

Entonces, el empleado leal es visto con malos ojos por el gerente déspota. Este cuestiona constantemente su labor, sus planteamientos e inclusive hasta su vida personal. Se transforma en el Yago de Shakespeare. O como diría Eric Fromm en su libro el corazón del hombre, en un necrófilo puro.

Este tipo de gerente o presidente, desde que ve mermada su influencia, comienza a articular planes para desestabilizar el desenvolvimiento de ésta. Reduce el departamento de despacho o el de venta. Recorta el presupuesto de publicidad hasta en un 50 por ciento. O desliza capitales hacia otro objetivo hasta descapitalizar la empresa. Y esto con la nueva tecnología es cuestión de un clic.

En otras ocasiones hemos visto que utilizan estas maniobras para devaluar la empresa y por detrás de bastidores utilizar testaferros para comprarla como vaca muerta.

Entonces, podemos deducir que el gerente déspota es un ególatra, que conforme se ve a sí mismo ve a la empresa, por ende, si ve su influencia caer en decadencia así mismo ve caer la empresa.

















Gerencia Sádica.

Estas reflexiones empecémosla con algunas preguntas y tratemos de contestarlas. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos visto que retienen un cheque a una empresa sin explicación?, ¿cuántas veces hemos visto obstaculizar un ascenso a un subalterno que lo merece?, ¿cuántas veces hemos visto descartar un aumento salariar que no afecta los costo y por el contrario aumenta el valor agregado?, ¿Cuántas veces no hemos visto colocar un subalterno en una posición no acorde con su capacidad?, ¿cuántas veces se ha retenido un despacho solamente para afectar a otro compañero?, ¿cuántas veces se ha saboteado una empresa sólo para que su valor en mercado disminuya?

Las respuestas a cada una de estas preguntas la buscaremos a través de la observación y la reflexión de la conducta de los presidentes de las compañías y de los gerentes. Así como también en cada individuo que posee la dirección, coordinación y supervisión de los diferentes departamentos que conforman una empresa.

Desde luego, sin caer en el análisis psicológico del individuo, ni sacar conclusiones psicológicas de las mismas. Solamente criticar el comportamiento negativo que pueda surgir dentro de la empresa y las consecuencias funestas que estas puedan acarrearle a la misma.

Alguien podría alegar que estas conductas gerenciales solamente son posibles en empresas que carecen de políticas de entrenamientos, de empresas pequeñas, o de empresas que no evalúan el desempeño de sus directores, así como la popularidad de los mismos. Estos argumentos serían fáciles de rebatir, pues, solamente hay que ver el entorno mundial y ver como grandes consorcios transnacionales se han visto desaparecer o están proceso de extinción.

No hay empresa, sea esta pequeña o grande que escape a las in conductas de sus gerentes o directores. Así como también, no importa el tipo de producto o servicio que ofrezca. Cualquier tipo de empresa puede ser objeto de una mala dirección o de un director de departamento cuestionable.

Lo que si estoy seguro es que este tipo de conducta lleva la empresa a la desaparición o a la perdida de utilidades. De eso no hay dudas.

De aquí que la empresa debe velar, observar y cuestionar continuamente la conducta de sus presidentes, gerentes y supervisores, para de esta manera poder mantenerse en óptimas condiciones.

Si se a demostrado, en un sin número de estudios, que hay individuos que disfrutan con mantener estancado a la persona que está a su disposición, sea esta dependiente de él o no. Que la satisfacción que le produce el mantener cohibido y sin desarrollo no tiene explicación. Estos individuos, enfermos, disfrutan con mantener entre sus puños a quien depende de ellos, aun a expensas de las consecuencias que esto produce, sea esta de índole social, económica o individual. A ellos no le importa nada de esto, más que satisfacer su degeneración. Yo no me canso de citar a Eric Fromm en su libro el Corazón del Hombre que lo describe perfectamente.

Al estos individuos ser enfermos, la carencia de escrúpulos de estos está a flor de piel. Si tienen que mentir, mienten. Si tienen que emitir un informe falso, lo emiten. Si tienen que desarticular un departamento, lo desarticulan. Si tienen que sabotear el funcionamiento de la empresa, la sabotean. Y si tienen que cerrarla, la cierran. No es un asunto de maximizar el funcionamiento y las utilidades de la empresa, es, simplemente, satisfacer su morbo a costa de lo que sea.

Si en estos últimos años hemos visto empresas gigantes desaparecer, instituciones financieras apropiarse de los recursos de los ahorrantes (Baninter), a laboratorios de investigaciones farmacéuticas pretender extenderse sus patentes, a estados inyectarles capitales a empresas en quiebras. Entonces, estas empresas eran dirigidas por sádicos y demás yerbas aromáticas que muestran las debilidades del alma humana.











Gerencia deshonesta.

El pretender hacer un tratado de cleptomanía no es mi intención. El que quiera conocer más sobre esta enfermedad que la busque en los textos que hay sobre ella. A mí en particular lo que me interesa es resaltar la conducta deshonesta de algunos presidentes de compañías, gerentes y supervisores. Tratar de demostrar que con esta conducta lo que se hace es empujar la empresa hacia el barranco, hacia el abismo.

Pensar que reteniendo los recursos que se les descuentan a los empleados por concepto de seguro social y no pasárselo al estado es capitalizar la empresa. O subvaluar productos en aduanas para pagar menos impuestos. Retener los impuestos que se les cobran a los consumidores en cajas para uso de la empresa. Negarles las prestaciones laborales que les tocan a los empleados. Poner a trabajar empleados, como hacen las compañías de seguridad, y no pagarle. Desplazar recursos de una compañía bancaria a una empresa que pertenezca al presidente del consejo de directores de dicho banco. Alterar el valor de los activos de la empresa para incrementar su valor en el mercado. Así como tantas artimañas deshonesta se puedan imaginar, tarde o temprano estas se destaparan y cargaran con la etiqueta de ladrón y el desprestigio social.

Otra característica de los que dirigen empresas con estas debilidades, es su naturaleza de corto plazo. Las empresas dirigida por esos individuos, son empresas con una marcada prospección a la desaparición. Su vida útil es muy limitada. Existen mientras el manto de la impunidad o de la complicidad los arropa. Desde que esta las abandonas salen a relucir todas sus artimañas y, por ende, el colapso es inevitable y su desaparición un hecho.

Ahora, para que estos individuos se mantengan en el consejo de directores, el de gerencia o el de supervisión, tienen que articular un clan de complicidad que lo sustente y proteja. Estos pueden ser autoridades gubernamentales, miembros del consejo de directores, compañías de asesorías; y otros que pertenecen al mismo campo social.

Desde luego que para que estas empresas sean rentables tienen que coexistir en una sociedad con marcada deficiencia moral. En donde las instituciones encargadas de velar por la correcta armonía de cada uno de los entes que la conforman, son disfuncionales. Aunque hemos visto casos en sociedades con instituciones sólidas, donde estos individuos han logrado evadir las autoridades encargadas de su supervisión. Debemos repetir lo que dice el refrán; Quien hizo la ley hizo la trampa.
Pero lo que más asquea de estos individuos, es el marcado interés en su discurso de resaltar la honestidad. Construyen verjas perimetrales extraordinarias. Resaltan su pulcritud en los negocios hasta el hastío. Son implacables a la hora de aplicar la justicia a un subalterno. Un excesivo interés en proteger los activos y los capitales de la empresa. Así como también una marcada tendencia a estar cerca del consejo de directores. Como dijo Maquiavelo en el Príncipe; no te fíes del que te alaba en demasías. Este interés no es más que para no despertar sospechas.

Estos individuos poseen en capacidad histriónica estupenda y una carencia de escrúpulos sin igual. No se inmutan. Con la misma facilidad que evaden impuestos, explotan empleados y destruyen su entorno social, así mismo hablan de valores morales.

A ellos no les interesa crear emporios duraderos. Que traspasen las barreras del tiempo. Que sean iconos de la sociedad que pertenecen. O contribuir con el desarrollo de sus empleados y, mucho menos, con el desarrollo social. Lo único que les interesa a estos individuos es llenar sus arcas a costa de lo que sea.














Gerencia intemperante.

Así como el despotismo, el sadismo, la deshonestidad y demás vicios del alma son perjudiciales para el individuo, así mismo es de perjudicial la falta de carácter. La sumisión enferma, la ausencia de iniciativas o la falta de coraje para tomar decisiones, cohíbe el correcto desarrollo de la empresa.

Los individuos sin carácter son como un velero sin vela, a merced de la corriente. Como dice un dicho popular, que aunque vulgar, me encanta: Perro cobarde no coge perra. Así mismo a un individuo cobarde, dubitativo, sumiso e intemperante se le alejan las oportunidades. No le gusta correr riesgo. Y generalmente está a merced de los que lo circundan.

El individuo intemperante si tiene que despedir un correligionario suyo con justificad razón, con pretextos baladíes y excusas torpe la pospone.

Si tiene que prescindir de los servicios de alguna subsidiaria, lo pospone hasta el límite, aunque esto le acarree consecuencias fatales.

Si tiene que aprobar un presupuesto o posponerlo por cualquier razón, este es de los individuos que titubean a la hora de tomar una decisión.

Estas personas son las más propensas a correligionarios desaprensivos. Aprovechándose de la falta de carácter de quien los dirige, introducen cambios en los departamentos, cambian las políticas de la compañía. Utilizan los equipos de esta sin autorización. Se apropian a discreción de los recursos de caja chica. Conceden créditos por períodos muy largos y en muchas ocasiones estos no son recuperables. Se asignan dietas y viáticos por encimas de lo que le corresponde. Contratan los servicios de compañías sin ninguna autorización. Gestiona la fusión de la compañía sin autorización del consejo de directores pues está protegido por el gerente intemperante. Despide un empleado o cancela un contrato sin necesidad de explicación, pues, sabiendo de la falta de carácter de quien lo dirige, no tiene temor a represalias. Es lo que en buena palabra se llama anarquía. Y donde no existe dirección y orden, lo que existe es el desorden, el caos. Y, por ende, la desaparición de la empresa.

Ahora, lo que no debemos confundir es el autoritarismo con la autoridad. Son cosas muy diferentes. La primera se sustenta en la fuerza, la segunda en la razón, el convencimiento. Como dijo Ortega y Gasset en aquel famoso discurso; ganaron más no convencieron.

Lo que si debemos de tener en cuenta es que cuando un individuo sin carácter decide ejercerlo, no hay nada más anárquico y caótico que esto. Se le ofusca cualquier indicio de discernimiento. Se transforma en un ave carroñera que espera el desenlace final de su víctima. Al no tener el carácter de devorar el cuerpo en vida esperan a que esta muera. Para luego lanzarse en el cuerpo putrefacto y comerlo.

Al no saber decir no a tiempo. Al carecer de un espíritu enérgico. Al no delimitar los roles que les corresponden a los individuos que dirige. Y, sobre todo, carecer de iniciativa; en estas circunstancias el ambiente laboral se prostituye.

La intemperancia o falta de carácter es tan perjudicial como cualquiera de los otros vicios gerenciales. La empresa con un gerente sin carácter es como un ejército sin general.











Gerencia orgullosa.

No debemos confundir el orgullo que sentimos cuando nuestra empresa cumple su compromiso social, cuando la empresa mantiene un programa de entrenamiento continuo para sus empleados o cuando sus relaciones públicas o internas son extraordinarias, hasta el extremo que cada uno de sus empleados se identifica con ésta. Este es un orgullo que enaltece y satisface. Nos produce bienestar psíquico y laboral. Es decir, que existe un orgullo que es reconfortante y saludable. La satisfacción de hacer lo correcto.

Ahora, existe un orgullo que conduce a la pedantería, al caos, a la disolución. O como diría un psicoanalista, etapa infantil no superada, donde se es el centro de todo. Pero en esta reflexión no nos interesa el psicoanálisis ni el egocentrismo, lo que si nos interesa son los resultados de esta conducta. Sus secuelas, por ende, sus consecuencias.

A cuantas empresas no la hemos visto desestimar una campaña publicitaria porque es muy sencilla. O, al contrario, incurrir en una campaña publicitaria muy suntuosa, que escapa a la realidad y objetividad de la empresa. Acaso no hemos visto empresas que desestiman los servicios de una empresa sólo por ser pequeña. No sabiendo que esta puede contribuir con el ahorro de los costos. A cuantos gerentes no hemos visto desestimar una idea de innovación porque es un empleado de tercera categoría que la propone. A cuantos gerentes no hemos visto desestimar un analice de costo porque el que los hizo fue un gerente de otro departamento. A cuantos gerentes no hemos visto desestimar un analice financiero porque el que los hizo fue un recién contratado. A cuantos gerentes no hemos visto decir que tienen veinte años haciéndolo de tal o cual manera y siempre le ha dado resultado, es decir, sin innovar. Y, así mismo, a cuantas empresas también hemos visto comprar otras sin que esta le sume algún valor agregado, simplemente por mostrar más solides de la cuenta. No son una ni dos las empresas que hemos visto caer en estas debilidades, y, por ende, desaparecer del mercado.

Es por estas razones y muchas otras más que los presidentes, gerentes y directores departamentales tienen que mantener una constante evaluación de sus ejecutorias. Que le permita auto evaluarse y reflexionar sobre las mismas.

Desde luego que esta evaluación deberá caracterizarse por su honestidad, sinceridad y objetividad.























Gerencia Prejuiciada.

Cuando un ser humano se le presenta un proyecto o idea que no entiende o no encaja en el esquema que tiene formado, le dan escalofrío, angustia y desesperación, por ende, tiene que buscar ayuda en una mente más sensible que le explique lo que está viendo.

Sandy Valerio.

En sociedades como la nuestra, con un nivel de prejuicios tan alto, nuestras empresas no escapan a este mal. Y de aquí que se mantengan en un nivel tan bajo de competitividad, salvo excepciones.

Como sabemos, todo prejuicio es juzgar antes de, pero también, no es más que la carencia de razón, es decir, una limitación intelectiva muy arraigada en la psique del prejuiciado, como digo algunas veces, en total dependencia de los reforzadores conductuales que le inculcaron, por ende, está a merced de sus defectos o vicios que le enseñaron. Es decir, repitiendo los mismos errores.

¿Será posible que una persona con un marcado desinterés por las ideas o que se aferre a parámetros trazados por otros sin cuestionarlos, pueda desarrollar un plan a largo plazo?, obviamente que la respuesta es negativa. Y si esto es así en pleno siglo XXI, su vulnerabilidad es muy significativa. Observemos que los grandes cerebros de la gerencia administrativa son extraordinario catadores de idea, su intuición respecto a ellas y a quienes las plantean no le falla.

El riesgo a no desarrollar nuevos productos. Las limitaciones para desarrollar estrategias y tácticas a largo plazo. Una visión limitada del terreno en que está desenvolviéndose. Los desafíos que se le presenten, las oportunidades de mercado que se le presenten, o mejor, aprovechar los nichos de mercado que se le presenten. Todo esto se lo llevará la corriente como aquel camarón que se durmió.

El gerente prejuiciado está atado a hacer las cosas como la han estado haciendo otros, por ende, el proceso evolutivo de la empresa es muy lento. Al estar repitiendo lo que otros han estado haciendo, sin cuestionarlo, está a merced de dejar escapar las tendencias y las oportunidades del momento. Y, también, no se actualizará con respeto a las tecnologías que dominan sus competidores.

Los avances tecnológicos, las campañas de marketing y publicidad, las nuevas técnicas de producción, el desarrollo integral de la empresa, así como la importancia de cada uno de los eslabones que la conforman, para el gerente prejuiciado, no tienen importancia. El no cree en esto. Los cuestionará siempre que se lo planteen.

El prejuiciado depende totalmente de su intuición, pero al estar ésta condicionada por los reforzadores conductuales que le inculcaron, carecerá de la creatividad suficiente para romper las ataduras y liberar su mente. Es un proceso muy traumático. El vacío que se le crea es tan fuerte, como la ansiedad del adicto. De aquí que es más fácil seguir aferrado a los tabúes que le inculcaron que romper la cadena y liberarse.

Es como el mito de la caverna, que al estar expuesto constantemente a la oscuridad, cuando se enfrenta con la luz no puede disfrutar de la claridad. De esta misma manera actúa la mente del individuo. Al depender de los condicionantes de la sociedad (oscuridad) a la que pertenece o al grupo social al que pertenece, su disonancia cognitiva es muy limitada. Por ende, no puede disfrutar de las oportunidades (claridad) que se le presenten, y esto se traduce en menos utilidades.

Acaso sería posible que cuando se le presente una campaña publicitaria, un producto nuevo o una campaña de marketing a esta persona, sientan repugnancia en aplicarlas.

La iniciativa de crear productos nuevos, servicios de alta calidad y desarrollar estrategias de marketing y publicidad, son nulos. Ni hablar de hacer una reingeniería en la empresa, se moriría.

Las empresas dirigida por estos gerentes prejuiciado, estarán funcionando mientras el mercado se lo permita. A la hora de que se le presente el más mínimo imprevisto se derrumbaran con si fueran castillos de arenas.

La evolución y el desarrollo de las empresas van a depender de que tan creativos, decididos y prudentes sean quienes la dirijan. Y como dijimos que el prejuiciado no posee ninguna de estas cualidades, estará a merced de sus competidores.

Las dificultades que se le presenten en el terreno de batalla, sea con sus productos, suplidores, clientes o con el desarrollo de las estrategias de marketing que está siguiendo, en vez de ver lo positivo y aprovechar las oportunidades que se le presenten, maximizará las dificultades y colapsará.

Cuántas empresas no se han visto al borde del abismo por causa de una desestimación de una idea, un concepto o una estrategia. De seguro tendríamos que realizar otro trabajo como éste para nombrar las empresas que han pasado por esta dificultad.

Cuantos recursos se han dejado de percibir en estas empresas por las limitaciones intelectivas de sus gerentes o directores prejuiciados.