Gotas.
Cuanto espacio he recorrido desde que partí y dejé mi dueño. No he vuelto a sentir cosas que con él sentía.
He deambulado por lugares extraños, sin rumbo; He subido, bajado y rodado llenando aun conglomerado de plantas que me le deslizo por entre las ramas hasta llegar al tronco.
Muchas de nosotras son absorbidas por ellas. Otras, como yo, deambulamos por lugares inhóspitos, moldeando río, creando esperanza, dando nueva vida a quienes liberan más de nosotras.
En ocasiones hemos creado momentos de traumas y desolación al caer en grande cantidades sobre lugares necesitadas de nosotras. Pero después viene el verdor, el aroma primaveral, se reconstruye todo el entorno y la desesperanza desaparece.
Más nosotras continuamos nuestro recorrer. Cada minuto, cada segundo continúan llegando y quedando se, ese es nuestro existir.
En el transcurso de nuestros viajes nos contamos nuestras experiencias, vivencias y sentimientos.
A veces nos conmovemos al cruzar por lugares que necesitan de nosotras, pero mejor se adhieren más en nuestro camino.
En mi trayectoria he conocido unas cuantas que me han contado como la han liberado. Recuerdo que una me decía; -Mi amo, después de tener que correr en busca de un préstamo para entregárselo a quien salvaría la vida de su ser más querido. Aquella persona le dijo que no era suficiente, y que no podía hacer nada. ¡Pudiendo hacer tanto!
Empezó a respirar rapidísimo, dando vuelta de un lado a otro, se sentó en un lugar solitario. Se puso las manos por donde salimos nosotras, tratando de que no saliéramos, pero era tan intensa la fuerza que nos expulsaba, que él sentía nuestra calentura mientras nos le deslizábamos por entre sus manos en cantidades extraordinaria.
Y así me han contado otras de cómo la liberan, y todas coincidimos en que es una fuerza extraordinaria que nos impulsa.
La última con la que compartí un buen rato, antes de que nos apartáramos en unos de esos turbulentos momentos en que nos aglomeramos. Me decía que le hacía falta su amo, un ser sublime, con todas las virtudes del mundo. Que amó tanto a sus semejantes que dio la vida por ellos; y que la había liberado cuando le dijeron de la muerte de un amigo de él llamado Lázaro.
Yo quede fascinada con el relato de ella, ¿Cómo podía un humano ser tan sublime que diera la vida por sus semejantes? Más, al verme tan emocionada con la historia de ella, me preguntó qué cómo me habían liberado?
A lo cual le conteste: Al escribir sobre nosotras.
Sandy Valerio
martes, 6 de mayo de 2008
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