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jueves, 1 de mayo de 2014

Honestidad.


Honestidad.
Microrrelato

Has cobrado y no te ha quedado ni un céntimo.  Estos chelitos no dan para nada, piensas, mientras diriges el tránsito.

Ves un vehículo estacionándose y un señor con saco y corbata se desmonta. Un sobre en blanco se le cae sin que éste se de cuenta.

Dejas tus labores para ir a decirle al señor de su perdida. Pero no lo alcanza.  Éste entra al supermercado sin mirar para atrás.

Recoges el sobre en blanco. Por el volumen que tiene deben ser muchos los papeles. Pero oh sorpresa. No lo puedes creer. Que gran cantidad de dinero. Nunca has visto tanto dinero junto. Comienzas a sudar. Será Dios que te ha puesto éste tesoro en tu camino, te dices, mientras saca un faldo de papeletas de 1000 pesos. El ha escuchado tus plegarias.

Pero no... te detienes a reflexionar. Dios no va a despojar a alguien que se lo ha ganado trabajando para darselo a otro. Tu padre te ha enseñado que el dinero fácil destruye el alma. Corroes los huesos. Le hace involucional el alma al hombre que lo toma. Tus padres te enseñaron que la honestidad no tiene precio.

Decides esperar al hombre que regrese. Pero el cúmulo de vehículo demanda que ordenes el tránsito.

En unos minutos tienes el control de la situación.

Ves el hombre que ha regresado hasta el vehículo.  Lo abre. Entra y sale del mismo. Sabes que es lo que busca. Caminas hacia él. Ves que éste se para detrás del vehículo con cara de desorientado. Ya está a unos pasos de él.

- Sr. Usted como que busca algo.
- ¡Ay sí amigo!
- Es esto.

El hombre se queda sin palabras. Le has devuelto el aire.

Sandy Valerio

Foto del cabo Jose de los Santos de la policía nacional

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