Cómplices malditos.
El haberse quedado callada y justificar las asquerosidades emanadas de tu falo cuando la niña le mostró aquella mucosidad en su vulva, hizo cómplice silente a la que está acostada al lado tuyo. La madre de tú hijastra. Sabes que no dirá nada, pues, no lo hizo cuando debía. Y eso te da cierta libertad y confianza en tus incursiones nocturnas por el campo onírico de la niña.
Estás un poco ansioso, como siempre te pones antes de ir a satisfacer ese deseo incontrolable, y el que disfruta como nada. En muchas ocasiones te has preguntado por qué esa vicha te excitas tanto, si ni siquiera tiene vello púbico, y apenas te da por la cintura. Tanta es la pasión que la desea más que su madre. Esta no te excitas como la bebé. Por eso está esperando a que ésta que está al lado tuyo se duerma y no despierte hasta mañana.
Abres los ojos y te das cuentas que hace una hora que lo tenía cerrados disimulando estar dormido, esperando que tú compañera se durmiera. Ves el reloj y observas que son las 2:40 AM una hora después que tuviste que hablarle duro a tú esposa para que te dejara tranquilo. Te volteas de frente a ella, la está mirando y te enojas más. Y te dices…
- Esta pendeja no se daba cuenta que no estaba pá ella esta noche. Esta noche es de la bebe. Pero tuve que hablarle duro para que se durmiera. Pero ná, déjame ir a contarle un cuento a mí niña.
Al terminar de decir esto, con sumo cuidado te apeas de la cama y caminas hacia el baño. Abres la puerta de éste pero no entras. Te devuelves y empujas la cortina que sirve de puerta a la habitación de la niña. La ves, está rotundamente dormida. Algún angelito la guía por los caminos oníricos. Caminas hacia ella, te detienes en frente de su cama. Le está observando su cuerpecito indefenso sin arropar y con su batita de Mekey Mouse para dormir. La tomas entre tus manos y la volteas boca arriba. Es hora de manifestar los más asquerosos actos.
Movimientos sigilosos como de serpientes. Anestesiamiento de la victima para que no sientas la extracción de la sangre como hacen los murciélagos. La satisfacción del sádico al tener su victima entre sus manos. Y la felicidad más extraordinaria del vencedor de batalla al tener un objeto que pertenece a un enemigo en las manos sin que éste lo pueda recuperar. El ego se siente plenamente satisfecho.
Has terminado de descargar el putrefacto químico sobre el botón de rosa. Y te sientes realizado. Y la contempla tan frágil e indefensa sin que nadie la pueda defender. Solamente el manto de la noche puede proteger su inocencia. Así que te subes el pantalón corto que usa para dormir y con total sigilo abandona al subconsciente de la infanta a un futuro desconcertante.
De regreso a tú almohada tu esposa se voltea y te da la espalda, pero no dice nada. Sabes que está dormida. Así que te duermes también.
Las horas han pasado muy rápido desde que te dormiste, pero una voz infantil que escucha te despiertas. Miras el reloj que está en la pared y ves que son las 6:30 AM. Vuelves ha cerrar los ojos pero ahora distingues perfectamente la voz de la niña cuando le dice a su madre que tiene los pantis lleno de moco. Mira de soslayo tu mujer y escuchas cuando ésta manda ha acostar la niña pues es muy temprano para levantarse.
Aunque te has inquietado un poco al escuchar la niña. Las palabras de tú mujer te han tranquilizado. Y más que también escuchaste cuando ésta dijo que mandaría la niña a dormir con su padre. Sabes que es tú cómplice silente y si la niña dice algo ha alguien, con quien duerme es con su padre, el hombre que tanto odian ambos.
Sandy Valerio. 9 – 5 - 2009
sábado, 9 de mayo de 2009
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