Un relámpago en la oscuridad.
Zeus está manifestando toda su majestuosidad y poderío. Los rayos de éste le abren grietas a la oscuridad, y sus relucientes luces se expanden por cortos períodos, pues, el acuerdo con Hades, es que él reinara por las noches. Y un acuerdo entre Dioses es inquebrantable. Hasta el más inepto de los mortales sabe esto.
Hades se mantenía inmutable, pues, se estaba llevando a cabo uno de sus actos maligno. El observaba donde se estaba cometiendo éste. Era una casita de yagua que para muchos es un bohío. Dentro se escuchaban los gritos de un infante que al parecer las armas del Dios del universo lo tenía incomodo.
A Hades no le importaba que el niño estuviera gritando, ni que el bohío estuviera a punto de colapsar por el torrencial aguacero. No, nada de esto le importaba. Le importaba lo que la madre de éste iba a hacer. Esto sí le importaba. Había sembrado la semilla de la maldad en el corazón de la madre y estaba a punto de germinar.
La madre estaba estática como el Dios del mal contemplando el infante. Veía el rostro de quien la había embarazado en la cara del niño. El niño tenía todas las facciones del padre. De quien la había abandonado estando aún embarazada.
Se paró con ímpetu, se le acercó al infante. Lo contempló y se enterneció al verlo de cerca, pero ya era tarde. Había tomado la decisión de que era hoy o nunca, pues, la noche era perfecta para cometer el infame acto.
Lo levantó con sus infantiles manos, pues, ella apenas tenía 14 años. El niño al sentir el calor de la madre aplacó su tierno llanto, pero un estruendoso sonido de las armas del Dios del universo hiso que el niño reiniciara su llanto.
Nadie se va a dar cuenta- se dijo mientras caminaba hacia la puerta –Y si me preguntan, que una bruja se lo llevó- estos eran los pensamientos que asediaban a la joven madre.
Al pararse en el frente de la puerta se detuvo, pues, uno de los rayos del Dios del universo cayó tan cerca que le hiso temblar el alma. –Estos malditos rayos- se dijo; y al abrir la puerta la madre de ella estaba afuera presta a tocar para que le abrieran. Al ver su madre retrocedió, y su rostro palideció.
La abuela del niño al verla le preguntó que si había visto el Diablo que estaba tan asustada, pero la madre no contestó. Solamente pensó –será en otra ocasión-.
Hades que se había mantenido estático, ahora le brotaba fuego de entre los ojos. -¿Qué había fallado?- se preguntó. –Sería mi hermano- volvió y se dijo.
Cómo el Dios del mal había fallado en un plan, si es tan meticuloso al planearlo. Cada detalle, cada eslabón en su lugar. Todo estaba como lo planeado. El abandono del padre, el desplazamiento del odio al padre hacia el niño, los gritos del niño, y la ejecución de la madre lanzando al niño al río que está detrás del bohío.
Todo el plan estaba perfectamente articulado. Lo que Hades no sabía era que Venus con sus manos de seda había abierto, desde su morada lunar, un orificio a las espesas nubes y lo vio ejecutando su plan. Y en complicidad con su padre, disfrazada de rayo para que Hades no se diera cuenta, viajó hasta donde la madre de la niña y abuela del niño enviándola donde su protegido.
Sandy Valerio.
domingo, 15 de junio de 2008
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