Instintos asesinos.
Miras a través del retrovisor a los niños. Confirma que tienen los cinturones de seguridad puesto. Miras a tu esposa y ves que ella no lo tiene puesto aunque vas a 200 kilómetros por hora. Hace apenas unos segundos que sostenían una discusión bien acalorada por las amantes que te visitan a la oficina.
Sabes desde hace siete meses, cuando ella te encontró sosteniendo relaciones sexuales con una de tus amantes en tu oficina, que el matrimonio era insostenible. Sólo ha detenido el divorcio la separación de los bienes, ya que éste acarrearía tu descapitalización. La desaparición de tus empresas. Tu quiebra.
Al tomar la curva que está próxima al río Juma y ver a tu esposa sin el cinturón de seguridad aún puesto, una idea espeluznante se apodera de ti.
Un movimiento brusco del vehículo junto a un sonido estruendoso hicieron que perdiera el conocimiento por unos segundos.
Abres los ojos. Ves personas tratando de sacar a tus hijos del vehículo. No sientes tus extremidades derechas. Aún estás aturdido por los golpes que has sufrido en el accidente. Eso no impide que te des cuenta que tu esposa no se encuentra en el vehículo. El impacto de éste con el puente del río Juma hizo que ésta saliera disparada por el cristal delantero, muriendo al instante.
Escuchas el murmullo de las personas que se han aglomerado entorno al vehículo. Un sólo comentario te produce paz en medio de la desgracia.
- Solamente está muerta la mujer.
Sandy Valerio.
lunes, 16 de febrero de 2015
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