Instintos asesinos.
Miras a través del retrovisor a los niños. Confirma que tienen los cinturones de seguridad puesto. Miras a tu esposa y ves que ella no lo tiene puesto aunque vas a 200 kilómetros por hora. Hace apenas unos segundos que sostenían una discusión bien acalorada por las amantes que te visitan a la oficina.
Sabes desde hace siete meses, cuando ella te encontró sosteniendo relaciones sexuales con una de tus amantes en tu oficina, que el matrimonio era insostenible. Sólo ha detenido el divorcio la separación de los bienes, ya que éste acarrearía tu descapitalización. La desaparición de tus empresas. Tu quiebra.
Al tomar la curva que está próxima al río Juma y ver a tu esposa sin el cinturón de seguridad aún puesto, una idea espeluznante se apodera de ti.
Un movimiento brusco del vehículo junto a un sonido estruendoso hicieron que perdiera el conocimiento por unos segundos.
Abres los ojos. Ves personas tratando de sacar a tus hijos del vehículo. No sientes tus extremidades derechas. Aún estás aturdido por los golpes que has sufrido en el accidente. Eso no impide que te des cuenta que tu esposa no se encuentra en el vehículo. El impacto de éste con el puente del río Juma hizo que ésta saliera disparada por el cristal delantero, muriendo al instante.
Escuchas el murmullo de las personas que se han aglomerado entorno al vehículo. Un sólo comentario te produce paz en medio de la desgracia.
- Solamente está muerta la mujer.
Sandy Valerio.
lunes, 16 de febrero de 2015
jueves, 5 de febrero de 2015
En busca de Adán.
En busca de Adán.
Adentrarnos en el simbolismo de Adán es adentrarnos en el hombre libre de pulsiones, de instintos. En el ser superior. En donde la energía posee el control sobre la materia. En donde los conceptos y las ideas se encuentran libres de condicionantes inferiores y, o, culturales.
Adán es la representación del ser impoluto. Del individuo perfecto. Del individuo libre de corrupción. Del eterno equilibrio. Del eterno presente. Es el universo hecho hombre.
Adán es la representación de la eterna sabiduría. Es el origen de la perfección del hombre.
En Adán no encontramos la envidia, ni la gula. Así como tampoco encontramos la lujuria. El deseo de dominio sobre los demás es inexistente en Adán, y mucho menos, el control sobre sus compañeros. Adán carecía de éstas debilidades carnales. No poseía las debilidades propias de las especies inferiores. Los instintos. Herramientas éstas indispensables para la sobrevivencia y evolución de las especies inferiores. Sin éstas, ninguna de las especies inferiores sobrevivirían. Pero en Adán son defectos. En el estado prístino de Adán las pulsiones son innecesarias.
Las pulsiones en especies más evolucionada, son debilidades. En especies poco evolucionadas, garantizan su supervivencia.
El apareamiento con el más apto, la competencia por la hembra, la paranoia del perseguido, la inseguridad del débil, el rechazo de la manada, la lucha por asegurar y proteger la descendencia, no son preocupaciones que encontrábamos en Adán. Éstas fueron adquiridas por éste al involucional de lo divino a lo instintivo.
Al descender del estado prístino donde se encontraba, se colocó al mismo nivel que las especies inferiores. Por ende, perdió todas las cualidades divinas que poseía. Excepto una, la razón. Está es la que le ha permitido al hombre, junto con las cualidades inferiores, dirigir su evolución hacia el estado original en que se encontraba antes de hacerse dependiente de las pulsiones o instintos. Hacia la divinidad.
Ir en busca de Adán es ir en busca del estado prístino de la especie humana. Es ir en busca del hombre libre de corrupción. Es ir en busca del hombre libre de pasiones inferiores. Es ir en busca del hombre libre de instintos. Es ir en busca del hombre perfecto, del hombre divino.
Sandy Valerio
Cuadro Adán y Eva de Tiziano Vecellio de Gregorio.
Adentrarnos en el simbolismo de Adán es adentrarnos en el hombre libre de pulsiones, de instintos. En el ser superior. En donde la energía posee el control sobre la materia. En donde los conceptos y las ideas se encuentran libres de condicionantes inferiores y, o, culturales.
Adán es la representación del ser impoluto. Del individuo perfecto. Del individuo libre de corrupción. Del eterno equilibrio. Del eterno presente. Es el universo hecho hombre.
Adán es la representación de la eterna sabiduría. Es el origen de la perfección del hombre.
En Adán no encontramos la envidia, ni la gula. Así como tampoco encontramos la lujuria. El deseo de dominio sobre los demás es inexistente en Adán, y mucho menos, el control sobre sus compañeros. Adán carecía de éstas debilidades carnales. No poseía las debilidades propias de las especies inferiores. Los instintos. Herramientas éstas indispensables para la sobrevivencia y evolución de las especies inferiores. Sin éstas, ninguna de las especies inferiores sobrevivirían. Pero en Adán son defectos. En el estado prístino de Adán las pulsiones son innecesarias.
Las pulsiones en especies más evolucionada, son debilidades. En especies poco evolucionadas, garantizan su supervivencia.
El apareamiento con el más apto, la competencia por la hembra, la paranoia del perseguido, la inseguridad del débil, el rechazo de la manada, la lucha por asegurar y proteger la descendencia, no son preocupaciones que encontrábamos en Adán. Éstas fueron adquiridas por éste al involucional de lo divino a lo instintivo.
Al descender del estado prístino donde se encontraba, se colocó al mismo nivel que las especies inferiores. Por ende, perdió todas las cualidades divinas que poseía. Excepto una, la razón. Está es la que le ha permitido al hombre, junto con las cualidades inferiores, dirigir su evolución hacia el estado original en que se encontraba antes de hacerse dependiente de las pulsiones o instintos. Hacia la divinidad.
Ir en busca de Adán es ir en busca del estado prístino de la especie humana. Es ir en busca del hombre libre de corrupción. Es ir en busca del hombre libre de pasiones inferiores. Es ir en busca del hombre libre de instintos. Es ir en busca del hombre perfecto, del hombre divino.
Sandy Valerio
Cuadro Adán y Eva de Tiziano Vecellio de Gregorio.
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