Paleros.
Microrrelato
Apagas el Volswaguen. Tus compañeros y tú salen del auto al mismo tiempo. Sólo el silencio de la noche los acompaña. Levantan el bonete del vehículo y sacan al infeliz del mismo. Junto a él estaban las herramientas que lo harán encarmentar para que no vuelva a hablar mal del Jefe. Cuatro palos. Les pasa a cada uno de tus compañeros el suyo. Los cuatro se ríen. El desdichado los mira pero no refleja temor en su rostro. Y eso te enoja.
- Entonces tú eres un toro.
Al terminar de decirle esto le propinas un fuerte golpe en las costillas. Tus compañeros continúan por quince minutos.
- Ya está bueno. Ese mierda no va a volver a hablar mal del Jefe. Sueltenlo.
Los golpes se detienen y la sangre del desdichado empapa la tierra.
Caminan hacia el Volswaguen. Al abrir la puerta del vehículo les recuerda a tus compañeros que falta el compañero de éste y que tienen que terminar éste trabajo esta noche.
Sandy Valerio
viernes, 28 de febrero de 2014
domingo, 23 de febrero de 2014
Angustis.
Angustias.
Un golpe seco retumba en la oficina al golpear el escritorio con tus manos.
- Yo no acepto que hombres me abracen. Detesto los hombres pegajoso.
Todos se miraron. Algunos conocen tus debilidades, otros las sospechan. Crees que con tu conducta la ocultas.
El valor que dice poseer no es mas que un discurso. Una pose. No posees el valor de gritarle al público lo que más deseas. Ese impulso que te ha angustiado toda la vida.
Haces una pausa. Mira a uno de tus empleados. Quieres abrazarlo, morderlo, darle lo que él te pida. Nada de lo que has hablado te importa mientras lo veas.
Él levanta la mano para dirigirse a ti. ¡Dios! Quieres decirle que hable todo lo que él quiera pero tu cobardía no te lo permite.
- Dame un minuto. Déjame terminar la idea.
Te quieres morir por no dejarlo hablar.
Maldita sociedad de hipócritas te dices mientras ahogas tus deseos en ésta falsa.
Golpeas el escritorio nuevamente. Decides que nadie va a opinar en esta reunión tampoco. Todos te entienden. Se levantan de sus asientos sin decir media palabra. Los planes se quedaron para la próxima reunión.
Sandy Valerio
Un golpe seco retumba en la oficina al golpear el escritorio con tus manos.
- Yo no acepto que hombres me abracen. Detesto los hombres pegajoso.
Todos se miraron. Algunos conocen tus debilidades, otros las sospechan. Crees que con tu conducta la ocultas.
El valor que dice poseer no es mas que un discurso. Una pose. No posees el valor de gritarle al público lo que más deseas. Ese impulso que te ha angustiado toda la vida.
Haces una pausa. Mira a uno de tus empleados. Quieres abrazarlo, morderlo, darle lo que él te pida. Nada de lo que has hablado te importa mientras lo veas.
Él levanta la mano para dirigirse a ti. ¡Dios! Quieres decirle que hable todo lo que él quiera pero tu cobardía no te lo permite.
- Dame un minuto. Déjame terminar la idea.
Te quieres morir por no dejarlo hablar.
Maldita sociedad de hipócritas te dices mientras ahogas tus deseos en ésta falsa.
Golpeas el escritorio nuevamente. Decides que nadie va a opinar en esta reunión tampoco. Todos te entienden. Se levantan de sus asientos sin decir media palabra. Los planes se quedaron para la próxima reunión.
Sandy Valerio
sábado, 1 de febrero de 2014
A los corruptos no se le molesta.
A los corruptos no se le molesta.
Micro relato
Miró hacia la tierra, una gota de sudor se desliza por su rostro. Piensa en la decisión que lo trajo a esta consecuencia. -Coño... Por qué le di esa información a ese periodista? Sus manos atadas en su espalda y sus rodillas dobladas tocando la tierra; no le auguran un final halagador. Pero ya es tarde. Tu verdugo se acerca con pistola en mano. Un sonido ensordecedor no te permite escuchar lo que te dicen pero lo intuye mientras tu rostro cae al suelo.
- A los corruptos no se le molesta...
Sandy Valerio
Micro relato
Miró hacia la tierra, una gota de sudor se desliza por su rostro. Piensa en la decisión que lo trajo a esta consecuencia. -Coño... Por qué le di esa información a ese periodista? Sus manos atadas en su espalda y sus rodillas dobladas tocando la tierra; no le auguran un final halagador. Pero ya es tarde. Tu verdugo se acerca con pistola en mano. Un sonido ensordecedor no te permite escuchar lo que te dicen pero lo intuye mientras tu rostro cae al suelo.
- A los corruptos no se le molesta...
Sandy Valerio
Llegó la hora.
Llegó la hora.
El tiempo se ha detenido. La respiración de los animales también se detuvo. Todo está en un eterno presente.
Las palabras del oráculo se han consumado.
La cúspide de la evolución humana hecha carne.
El llanto del niño anuncia el pacto entre lo humano y lo divino. Al mismo tiempo devuelve todo al devenir del tiempo. Así lo ha querido su hacedor.
El niño tiene consciencia de su misión antes de desarrollar su cuerpo. Pero no puede manifestar su sabiduría. No puede mostrarle a los demás que sabe antes de hablarles.
Su misión es enseñar con el ejemplo. Dejar en el pasado las debilidades de la carne. Los instintos que nos atan a lo terrenal. Mostrarnos la eterna comunicación con su padre.
Pero sabe que pocos lo escucharán. Unos afortunados lo entenderán. Y los que lo entiendan sin haberlo visto, serán sus preferidos.
El es el enlace con su padre.
El niño abre los ojos y el eterno presente se rompe. El universo completo lo observa.
Su llanto es la manifestación de la carne. Pero su reflexión es que ha llegado la hora.
Sandy Valerio
El tiempo se ha detenido. La respiración de los animales también se detuvo. Todo está en un eterno presente.
Las palabras del oráculo se han consumado.
La cúspide de la evolución humana hecha carne.
El llanto del niño anuncia el pacto entre lo humano y lo divino. Al mismo tiempo devuelve todo al devenir del tiempo. Así lo ha querido su hacedor.
El niño tiene consciencia de su misión antes de desarrollar su cuerpo. Pero no puede manifestar su sabiduría. No puede mostrarle a los demás que sabe antes de hablarles.
Su misión es enseñar con el ejemplo. Dejar en el pasado las debilidades de la carne. Los instintos que nos atan a lo terrenal. Mostrarnos la eterna comunicación con su padre.
Pero sabe que pocos lo escucharán. Unos afortunados lo entenderán. Y los que lo entiendan sin haberlo visto, serán sus preferidos.
El es el enlace con su padre.
El niño abre los ojos y el eterno presente se rompe. El universo completo lo observa.
Su llanto es la manifestación de la carne. Pero su reflexión es que ha llegado la hora.
Sandy Valerio
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