Cambio de dirección.
No existe nada más extraordinario que la inteligencia infantil. Sin condicionantes conductuales, ni prejuicios sociales. Sin nada que condicione la fuerza intuitiva que lo empuja a alcanzar sus objetivos; sean estos de alimentación, de entretenimientos o de seguridad.
Y Mary se encontraba con una disyuntiva mientras escribía la carta que le enviaría a Santa Claus. Su intuición le decía que había algo que estaba fallando. Las últimas cartas que le había enviado a Santa Claus no produjeron los resultados que ella quería. Un carro Barby, y una bicicleta era lo que ella había pedido en las cartas anteriores. Pero, por razones que ella desconoce, Santa no la había podido complacer. Esto era lo que había despertado su inteligencia. Se le ocurrió una idea. Sí... Después de muchas conjeturas y deducciones buscando la razón por la que Santa no le había traído sus regalos, –ya que ella no era malcriada con sus padres. Hacía sus tareas. Compartía sus meriendas con sus amiguitos-, entonces… Santa no tenía escusa para negarle lo que ella le pedía. Decidió cambiar la dirección de ella y poner la de su amiguita Martha. A esta Santa siempre le dejaba lo que ella le pedía. Y, a las conclusiones que ella había llegado. Era que Santa no encontraba su dirección.
Martha se sintió encantada cuando Mary le dijo su idea. Y, coincidió con ella. A Santa se le hacía muy difícil llegar hasta su casa. Además, éste se arriesgaría con caerse por la barraca que está detrás de la casa. Y, para colmo, no tiene número y es de zinc. Santa haría muchos ruidos al caminar por encima de éste.
Cuando a la madre de Martha las niñas le comunicaron la idea, su corazón se llenó de alegría. Y le dio gracias a Dios de tener una casa con una dirección clara. Les dijo a las niñas que no había ningún problema. Que, desde que amaneciera, si Santa le dejaba regalo a Mary, podía ir a recogerlo. Pero, si Mary quería, después de cenar con sus padres, podía dormir con Martha.
Esta idea triplicó la alegría de las niñas. Dormirían juntas. Y, si Santa le dejaba algún regalo, lo podrían abrir juntas, a primera hora de la mañana.
A Mary esta idea le pareció extraordinaria. Pero le dolía dejar a sus padres sólo en la noche de navidad. Pero estos la animaron. Conocían el corazón de la madre de Martha.
A las nueve de la noche se encontraban, Martha y su madre, junto con Mary, camino a su casa. Las tres iban felices. Se presentía que Santa le dejaría algunos regalos.
Martha le pidió una muñeca Barby y Mary un juego de cocina. Las dos cartitas la colocaron en el árbol de navidad que estaba en la casa de Martha.
Jugaron un poco antes de dormirse. Y, después, escuchando algunos fuegos artificiales, se durmieron.
Mary fue la primera en despertar. Pero no tardo un segundo en levantar a Martha. Se apearon de la cama de un brinco. Y corrieron en busca del regalo. Estaban debajo del arbolito. Santa había cruzado.
La madre de Martha se despertó con los pasos de las niñas. Y, escuchando los gritos de alegría de estas, podía diferenciar la voz de Mary enseñándole el juego de cocina a su hija. Y, oía cuando esta le decía, que su idea había funcionado gracia a ella y a su madre.
Sandy Valerio.
viernes, 21 de octubre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario