La hormiga y el ratón.
Después de un día de trabajo, el cansancio se apoderó de la hormiguita. Y, lo malo, que le faltaba un gran camino para llegar a su casa.
Sus patitas le pesaban. La mirada no la podía sostener. Y el corazón apenas le latía.
Rogó por un milagro. Le pidió a Dios que le permitiera llegar a su casa y juntarse con su familia. En ese instante se le salieron dos lágrimas. Y sintió que su fe se le extinguía.
Casi al desmayarse escuchó ruidos que se le acercaban. Se paró con la poca fuerza que le quedaba. Miró con detenimiento. Y vio un ratoncito que se le acercaba con la cara llena de tristeza.
La hormiga decidió preguntarle porqué estaba triste. El ratoncito contesto que se había perdido y no sabía como llegar a su casa. Esta, la hormiga, le preguntó que dónde estaba su casa y el ratoncito le contestó que en el naranjo de Antonio.
La hormiga lanzó un grito de alegría pues su casa quedaba al lado del naranjo de Antonio. Y le dijo al ratoncito que si la llevaba montada en su lomo, pues estaba muy cansada y no podía caminar, ella le indicaría como llegar a su casa.
La alegría volvió al rostro del ratoncito y de un brinco salto la hormiguita en su lomo.
Y con la velocidad de un tren emprendieron la carrera de regreso a sus casas.
Sandy Valerio
jueves, 6 de mayo de 2010
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