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viernes, 26 de diciembre de 2008

Llenémonos de optimismos.

Llenémonos de optimismos.

Se ciernen momentos difíciles sobre nuestro país, en donde las diferencias que se tengan se tendrán que dejar a un lado, sin importar banderías políticas. El partido tiene que ser siempre el pueblo Dominicano.

Cada miembro de nuestra sociedad, sea gente o indigente, debe dejar el egoísmo, la avaricia, la egolatría y el personalismo. Y empezar a construir una sociedad más justa, más incluyente, más solidaria.

En estos momentos difíciles es que se sabrá de que material son o están hechos nuestros líderes, sean religiosos, sociales, sindicales o políticos. Si son de oro, de plata o de cobre. Como decían los griegos que estaban conformada la personalidad de los individuos. Y en estos momentos necesitamos líderes que sean de oro. Que piensen primero en su sociedad que en ellos. Que tracen el camino por donde deberá ir nuestra sociedad. Que planteen las soluciones sociales a corto, mediano y largo plazo que se tomaran.

Tenemos tantas oportunidades de desarrollo que nos ofuscamos y perdemos las iniciativas. Como dice Grahan Greene, que gran parte de la pobreza consiste en estar quieto sin hacer nada, en espera de algo. Así nuestros líderes están quietos a la espera de algo. No, ya está bueno. Busquemos soluciones, busquemos en nuestros intelectos. Como dice Jesús, busquen y hallaran. O como Lessing buscaba el genio sensible y creativo, así nuestros líderes que busquen su genio sensible y creativo que tienen y lo pongan a trabajar, que la espera se termino. Es tiempo de iniciativa. Plotino sostenía que la fortuna era del intrépido, del hombre de iniciativa.

Kan sostiene que si el presente no construye su noción de verdad, ninguna noción de verdad es posible. Partamos de nuestra verdad, de nuestra realidad, qué somos como sociedad y qué queremos ser. Es verdad que carecemos de instituciones, pero por eso no podemos dejar de desarrollar nuestras políticas sociales. No podemos esperar que surja un Trujillo para ponerla a funcionar, solamente necesitamos voluntad de querer tener un sociedad mejor.

Esto suena a romanticismo o utopía, pero no, no es así. Imaginemos, por ejemplo, que el gobierno construya un instituto policial, en donde se impartiera clase a los hijos de los policías, desde el preescolar hasta el bachiller. En donde los alumnos comerían en dicho recinto, pues, éste tendría una cocina industrial y un comedor para los alumnos. Pero también tendrían su respetivo transporte. Desde luego que el primer instituto sería en Santiago.

No es utopía ni romanticismo, es voluntad, sólo eso. Voluntad de tener una sociedad mejor. Y en estos momentos podemos trazar lo que queremos ser, una sociedad más justa o una sociedad fallida.

Por eso llenémonos de optimismos y construyamos una sociedad más justa todos. En donde todos seamos gentes y desaparezcan los indigentes.

Sandy Valerio. 26-12-2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

Divagaciones de un indigente.

Divagaciones de un indigente.

Antes de entrar en mis divagaciones sobre asuntos sociales, quisiera preguntarle si las ´´Gentes´´, los que están para dirigir y desarrollar políticas sociales, los poeticos de la avaricia, que cruzaron por una secretaría de cultura y en lo menos que pensaron fue en cultura, pero sí en dinero. Tuvo que venir Don Rafael Lantigua y mostrar que sí se puede hacer una gestión cultural.

Estos, ´´las gentes´´, que citan muchísimos autores pero que no piensan, que no ven más allá de la curva, que se le podría preguntar como cuando al maestro Franklin Mieses le presentaron un joven que sabía 12 idiomas, y el maestro preguntó; ¿Y qué dice el joven…? Nada. Así estos citadores de ideologías, de autores, de movimientos literarios, y el colmo, de filosofía. No pueden decir nada. Es como el polvo que nos cae en cima que desde que nos bañamos se nos va, así a estas ´´gentes´´, desde el asomo del lucro, de la riqueza, del ego, se le van todas las ideologías, todas las filosofías y todos los poemas que puedan escribir.

Pero no le dediquemos más tiempos a estas ´´gentes´´ que razonan, pues, al ser un indigente tengo la suerte, que ellos no tienen, que al observar un cuadro, no me detengo a observar el marco, sino, la pintura. Lo que dice el artista. Más esta ´´gente´´ disfruta más el marco que la pintura, y ni hablar de lo quiere decir el artista, tampoco le interesa.

Ahora, grande son estas ´´gentes´´ cuando citan autores literarios, aquí es que son grandes, se pavonean de su acervo cultural, de su riqueza literaria. Te citan a Virgilio como si hablaran de un amigo, a Homero como si le recitara todas las noches sus poemas, a Sófocles como si lo conocieran desde niños, a Aristóteles como si entendieran su filosofía. Y esto es en los clásicos, los de la edad media no se le escapan, a San Agustín, Santo Tomas, Dante, Petrarca, Bocaccio. A todos lo citan.

A Cervantes como si sintieran su dolor cuando le cortaron el brazo, al de la corte Isabelina como si supieran las intríngulis de la misma para que escribiera el Hamlet, Al Fausto como si fueran dotores; a Víctor Hugo, a los indigentes, los Miserables. Pero no citan a Honorec y su Eugenia Grande, pues en esta el autor nos muestra sin tapujos lo que es la avaricia. A esta no la citan, pues se reflejan a si mismo.

Pobre poeta, con todo y estar detrás de un hombre de color, extraordinario, de haber dirigido la secretaría de cultura, no puede mostrar nada que haya hecho, ni siquiera un buen poema. Más yo un indigente, que no tendré ni para la sena de navidad, ni para regalarle a mis hijos de niños Jesús, un don nadie, un desclasado, estoy seguro que la historia y mis obras perduraran, y mis ideas están en pie.

Que he sido victima de la ingratitud y los prejuicios de sus correligionarios, esa son otras quinientas.

Pero voy a seguir divagando sobre políticas sociales, por ejemplo, sabiendo que los recursos de la seguridad social son de los trabajadores, imaginemos que el 30% sea dedicado para pagarle el 50% del sueldo mínimo a cada desempleado a través de un departamento que se crearía en la secretaría de trabajo, es decir, que nunca más un desempleado dejaría de tener ingresos, pues el estado se lo supliría hasta encontrar trabajo. Esto así, pues, los recursos de la seguridad social son recurso de los empleados.
Así mismo, también a los minusválidos, para esto se dedicaría un 10% de los recursos de la seguridad social. Y, sin temor a equivocarme, nunca más en esta sociedad sub-desarrollada un minusválido dejaría de tener ingresos, es decir, se le daría con que cubrir sus necesidades.

Estas si son políticas sociales ´´poeta´´, pensada por un indigente. Ahora, que ´´las gentes´´ la desarrollen si en verdad quieren una sociedad más justa.

Sandy Valerio. 2-12-008

martes, 30 de septiembre de 2008

El comienzo de una sociopatía.

El comienzo de una sociopatía.

El curso que te ha tocado éste año no se compara al año anterior. Estos niños son más inquietos. Por eso decidiste despacharlo más temprano que de costumbre. Mira el reloj y observa que son las 10:00 AM. Caminas hacia la oficina de Juan Martínez, el director. A comunicarle la decisión de despachar los niños por una diligencia que tiene que realizar.

- Juan, vine a decirte que despaché los niños, pues, tengo que realizar una diligencia personal.
- Sí, vi que lo despachaste muy temprano. ¿Por qué no me lo dijiste ayer?
- A dio… ¡Por que fue esta mañana que se me presentó el problema! Bien sabes tú que solamente así no te lo dije ayer.

Juan está conciente de tu responsabilidad ya que en el primer año no faltaste ni un día. Esta era la primera vez. Y de seguro tiene que ser algo de fuerza mayor para despachar los niños sin comunicarlo al director.

- No, Pedro, no es por nada. Sé lo responsable que eres. Ve y ha la diligencia. ¡Ojalá y no sea nada malo!

En verdad no pasa nada. Sólo es que te sientes hastiado de los niños y no quiere darle clase hoy.

- No, Juan, no es nada malo. Eso lo resuelvo de una vez. Nos vemos mañana.

Al salir de la oficina de Juan te preguntas qué cómo puede trabajar en una ratonera a sí con tantos papeles alrededor de él. Y en verdad que la escuelita está en un estado de deterioro que no aguanta que pospongan más su remodelación. El curso en que imparte la clase le falta un lado y las tablas que tienen los otros lados están podridas casi todas, y algunas se han caído. Es decir, que la dirección es el mejor lugar de la escuelita y cuando llueve los papeles tienen que ser protegido con fundas plásticas para que no se dañen. Pero eso no te importa, de seguro que algún día las autoridades la remodelaran. Lo que importa es que hoy va ha descansar de esos pichones de demonios como le dices.

Ahora en la calle te sientes liberado. Los pasos se hacen tan ligeros como si estuviera galopando a toda velocidad. No piensas en los niños, pues, quiere dejar de pensar en ellos, total, de seguro serán unos delincuentes cuando crezcan. Los padres no le dan educación en la casa y no van a las reuniones de padres cuando se le invita. Ellos los mandan a la escuela para no tenerlo en la casa. Es un círculo vicioso. Los padres no tienen responsabilidad, la escuela no tiene responsabilidad y la sociedad no tiene responsabilidad sobre ellos, es decir, que serán lo que el destino quiera que sean. Una voz infantil te hace volver a la realidad –profe- mira y reconoce a Carlito, uno de los niños más inteligente de tu curso. Lo saludas y le dices que se vaya para su casa. El niño hace un gesto con la cabeza de que sí, se irá para su casa, pero bien sabes que no es así. Que se quedará jugando en el barrio el día entero y llegará a la casa junto con sus padres al final del día cuando estos lleguen de trabajar en la zona franca.

Ve el puesto de verdura de Pichón y decides comprarle una ensalada para la comida, que de seguro tu esposa ya la ha puesto. A ella le gusta cocinar temprano para que encuentre la comida hecha. Pero como hoy es muy temprano de seguro la encontrará cocinando. Saludas a Pichón y al verte pone cara de sorpresa pero no dice nada, solamente te contesta el saludo.

- Dime, Pedro. ¡Y tú tan temprano!
- Na… Despaché los niños más temprano, hoy quiero descansar. Dame cinco pesos de ensalada.

El cogió una de las fundas que tenía lista y te la pasó. Los cinco pesos se lo dejaste en el mostrador. Notaste la cara de sorpresa de Pichón pero no le hiciste caso a eso. El siempre es así de alcahuete.

El negocio de Pichón queda a unos doscientos pies de tú hogar, de aquí que tardaste en llegar a éste no más de dos minutos. La puerta está junta. La empuja y notas que Josefina no está en la sala ni en la cocina. Caminas hacia la habitación sin hacer ruido. Al acercarte a la puerta escucha unos gemidos. Empujas la puerta con cuidado y ve a Josefina en los brazos del Moquito. La rabia quiere brotar como un volcán pero te controla y te dices que no fracasará por un cuero. Y le habla a Josefina.

- Cuando termines, perra, recoge tu ropa y sal de mí casa.

Josefina y el Moquito dan un brinco de la cama al escuchar tu voz. Ella se envuelve en la sabana y el Moquito coge un puñal que había colocado en la mesita que está al lado de la cama. Pero nada te inmuta. Te mantiene frío. Y vuelve a decirle a Josefina.

- Te dije que recoja la ropa y te me sarga de la casa.

El Moquito con el puñal en las manos se envalentona y te contesta él.

- El que tiene que irse soy yo.

No le había dirigido la palabra paro ya que él ha hablado le contesta.

- Con usted no tengo nada que hablar, así que también se me va de mí casa.

El te siente como un cobarde por esta actitud, y se envalentona aún más.

- Es decir, que no nos va a hacer nada. Tu lo que eres es un buen maricón, maldito cuerno.

Al terminar de decir esto se lanza encima de ti con el puñal desenfundado. Logras evadir las puñaladas, y con un movimiento rápido lo desarma. Al mismo tiempo le propina tres estocadas mortales. El Moquito cae mortalmente herido. Aún tienes el puñal ensangrentado en las manos y mira a Josefina que está paralizada sin respiración y le dices.

- Por ti mis manos se han manchado, perra…

Al terminar de decir esto la agarra por los cabellos y le incrusta el puñal en el corazón lanzando un quejido de dolor que se escucha en el barrio entero.

Sandy Valerio. 29-SEPT- 2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

El último regalo.

El último regalo.

Has terminado de pagar los artículos que compraste para tus hijas. Los cuadernos de la más grande, la leche y los pañales desechables de la pequeña, así como algunos dulces para su merienda. Todo lo has pagado con los mil pesos que te dieron por el televisor, cuando lo empeñaste. Te han quedado cuatrocientos pesos de los cuales doscientos son para darse lo a la que era tu esposa, pues, tienen cinco días separados.

Sale de la tienda y la alegría que te embarga te produce una arritmia cardiaca. Esto te produce ráfagas de pensamientos de las diferentes circunstancia en que te a visto envuelto en las últimas semanas por causa de la que era tu mujer. La que hace cincos días te abandonó para juntarse con el padre de la niña más grande. La que quiere como si fuera tuya.

El pensar en él te molesta más que pensar en los otros hombres que te han dicho que se han acostado con Margarita, la que ama, la que no se te sale de la cabeza. La que le perdonaría el haberse acostado con la mayoría de los hombres del barrio.

Esos rumores a ti no te molestan, pues, son rumores de la gente del barrio para hacerles daño a ustedes dos y separarlos. Eso te dices para auto consolarte. Lo que sí te molesta es que esté viviendo con ese hijo de perra que nunca le ha dado nada a la niña y que siempre se ha burlado de ti por mantenérsela. Hace apenas dos semanas que te dijo.

- Qué, maldito cuernú… a esa mujer se lo pego yo cuando quiero.

Todavía resuena en tu cabeza esto y te embarga una ira asfixiante contra ella, y te dices.

- Maldito cuero.

La bocina de un carro de la ruta K te hace volver a la realidad y le hace una señal al chofer para que se detenga. Se detiene unos metros delante de ti y te hace una señal con la mano izquierda para que camine hacia él. Te molesta por no haberse parado enfrente de ti y te dices entre los dientes.

- Buen maricón.

El chofer no te ha escuchad pues aún no ha abordado el carro. Abre la puerta y te monta. Van dos estudiantes universitarios delante, al lado del chofer y una señora con un niño en las piernas al lado tuyo. Le pasa lo quince pesos del pasaje al chofer. El levanta la mano derecha y toma el dinero. Escucha una disculpa de él.

- Amigo, usted sabe que tengo que pararme en la parada, perdóneme por hacerlo caminar un poco.

Esta disculpa te satisface pero no le presta mucha atención pues escuchas en la radio una bachata de Luís Vargas que dices, loca, maldita loca… y piensas en Margarita.

- Esa loca es la que me da por el peláo.

Al terminar éste pensamiento observa que la señora que lleva el niño en las piernas se queda observándote y ve que el niño mira la funda que lleva en las piernas. Por intuición la abre y le regala una galletita de las que llevas para las niñas. La señora te da las gracias y el niño también pero no le contesta nada y continúa con esa introspección enfermiza, desesperante, angustiante sobre Margarita.

Has llegado al barrio en que está viviendo la que era tu mujer, le pide la parada al chofer que se detiene automáticamente. Al desmontarte escucha uno de los estudiantes que se refiere a un hecho que aconteció en la UASD, no escuchaste con claridad lo que decía, pero si pensaste que en el cuatrimestre que viene te tiene que inscribir.

Ahora llegando al frente de la casa te detienes un segundo, pues, tu ritmo cardiaco se ha incrementado. Sabes que si el actual marido de Margarita se encuentra el pleito está casado. El amor a tus hijas te llena de valor y continúa. Toca la puerta y no abren. Vuelve a tocar, y después de unos segundos abren la puerta. Ve la figura del Ajogao en frente de ti con un puñal en las manos. Te lo incrusta en el pecho sin mediar palabras. Sientes como se te abre la piel y pierdes el equilibrio. Las fundas que llevas en las manos se caen junto contigo y se rompen. En éste instante te das cuentas que los cuadernos que compraste tienen las hojas rojas.

Sandy Valerio. 18-09-08

lunes, 15 de septiembre de 2008

Un trabajo Difícil.


Un trabajo fácil.

Cuando se han fortalecido las actitudes, la encomienda o trabajo que se le asigne será pan comido. Es un asunto de hábitos, y así el hábito se transforma en cultura. Es decir, en el modu vivendi. Esto lo saben todas las agencias de espionaje. De aquí que a la hora de elegir un esbirro se evalúan sus aptitudes, con p y con c, el entorno donde creció, su cultura y su intelecto.

Las aptitudes naturales que posee el individuo son las bases que sustentaran su correcta vocación. Si es flemático o si es colérico. Si es introvertido o si es extrovertido. Si es calculador o impulsivo. Cada perfil es evaluado conforme los resultados que se quieren obtener.

Sin lugar a dudas que tu primer jefe era de los mejores en asuntos de seleccionar sus agentes, por su capacidad es que era el representante de la CIA en el caribe. Si no era el mejor, era de los mejores. De eso no hay dudas.

Después de la gloriosa guerra de abril fue que se empezó la selección de los agentes o esbirros, como se le quiera llamar, para introducirlo dentro de las filas o células revolucionarias que quedaron dispersa en todo el territorio nacional. Estos eran los más jóvenes de sus agentes, pues, debían encajar en el perfil de los jóvenes revolucionarios. Los más difíciles de doblegar. A los generales, a los políticos y a los ricos, con dinero y con prebendas se compraban. Y esto fue lo que hicieron. Los generales se hicieron ricos, los políticos se hicieron ricos y los ricos se hicieron más ricos. En estos tres sectores el trabajo era fácil. El trabajo difícil era con la juventud efervescente, emprendedora y con ansia de libertad.

Dentro del primer grupo que habían seleccionado tu no te encontraba, te seleccionaron dos años después, específicamente el 15-Junio-1968, no puede olvidar esa fecha. Pues es el mismo día que le diste la trompá al padre Alfredo Hernández director del colegio Santa Ana donde estudiaba. El padre no te expulsó del colegio pero si te suspendió por una semana.

No sabía como llegar a tu casa, expulsado por una semana del colegio y por darle una trompá al padre. Te había ganado una paliza de tu madre. De eso estaba seguro.

Caminaste largo rato por las calles de Santo Domingo hasta sentarte en el parque Enriquillo a analizar que cuento le diría a tu madre. Entonces se te acercaron dos hombres a conversar contigo, este fue tu primer contacto con la CIA. Te explicaron todo, que te habían dado seguimiento, la colaboración de tu madre con las tropas norteamericanas, de tus habilidades, y de tu rechazo a la idea socialista, pues tu madre te lo inculcó.

Los primeros trabajos fueron fáciles, los compañeros del colegio, los profesores y tus familiares pues tenía un primo que simpatizaba con los jóvenes revoltoso. Este desapareció, nunca volvieron a saber de él. Así como a tu profesor de español. Fuiste muy efectivo en tus primeros informes. Sin que nadie sospechara de ti.

Nunca tuviste contratiempo, pero tu trabajo se hizo tan intenso que tuviste que abandonar los estudios secundarios, pues estuviste a punto de ser descubierto por un contraespionaje. Luego de esto te enviaron a trabajar como chofer de una compañía amiga.

Después del 78 no tuviste el protagonismo de antes, ni se te asignaron más trabajo. Pero ahora 30 años después, es diferente, ya no es la CIA que te contrata, son los políticos que quieren que le informe lo que hace el nuevo chofer que contrataste, pues, dicen que es un intelectual liberal, disfrazado, que se hace el tonto, pero que escribe muchas verdades. Desde luego que no te interesan sus verdades, sino, que es un trabajo fácil como en los viejos tiempos.

Sandy Valerio. 15-9-08

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Vicios gerenciales.

Vicios gerenciales.

Vicios; afición excesiva a una cosa, generalmente perniciosa.

Los tiempos actuales en que nos ha tocado desenvolvernos, cargado de estrés, limitación de tiempo, y demás obstáculos del quehacer cotidiano, nos ofuscan de tal manera que ideas claras planteadas por otros correligionarios, son desestimadas sin siquiera ser analizadas. Ahora bien, si a esto le agregamos nuestros malos hábitos o vicios, adquiridos durante nuestro desarrollo personal, las consecuencias pueden ser escalofriantes para nuestras empresas o departamentos.

Escape de personal calificado, pobre efectividad en sus labores, perdida de tiempo en el proceso de producción. Enfoque distorsionado de los objetivos. Escasa o nula armonía en el ambiente de trabajo. Entrenamiento continuo limitado. Relaciones públicas e internas con marcadas limitaciones. Contratación del personal menos calificado. Poca o escasa promoción del personal. Todas estas distorsiones del ambiente laboral son las causantes de las desapariciones de las empresas o de unas utilidades limitadas. Datos financieros distorsionados; escasas, malas o nulas evaluaciones de resultados financieros.

Pero no debemos de dejarnos de hacer la pregunta de ¿quién o quiénes son los causantes de todas estas distorsiones?

Será la junta de directores, los gerentes departamentales, los supervisores; o los lideres grupales de la empresa. Cada sector tiene su cuota de culpa. Ya está más que demostrado que cada empresa desarrolla su propia naturaleza, es decir, que desarrolla rasgos característicos. Sean buenos o malos. Si vive constantemente renovando o si está muy rezagada tecnológicamente. Si le gustan los rectos o si es ultra conservadora. Si desarrolla valores de lealtad con sus empleados o si no le importa cambiar constantemente su empleomanía. Si le da importancia a cada miembro de la compañía o si sólo le importa las opiniones de sus directores.

Fijémonos que las virtudes o vicios de los gerentes son directamente proporcionales a las virtudes o vicios de la empresa. El perfil del gerente será el mismo perfil de la empresa. O de lo contrario será excluido de esta.

Si la empresa está siendo dirigida por gerentes cargados de vicios conductuales; como el despotismo, los prejuicios, el orgullo, la deshonestidad y el sadismo. Serán empresas con beneficios muy limitados y poco vanguardista. Su evolución en los mercados será a paso de tortuga y los nichos de mercados no serán aprovechados.

Por ejemplo, un gerente déspota, autoritario, en donde primara su criterio por encima de todo el mundo, tenga éste la razón o no. La misma naturaleza despótica no le permite abrirse a las sugerencias, por el contrario, las opiniones que asimila, generalmente son opiniones de los de su entorno, pues, al despotismo nutrirse del servilismo y no de la capacidad (el capaz no es servil) esto se traduce en menos utilidades.

El gerente déspota crea un ambiente de hostilidad, es decir, que incentiva el chisme, la burocracia y la falta de impulso. No estimula a sus empleados a desarrollar su creatividad, por el contrario, si el empleado hace una sugerencia que beneficie a todos, automáticamente se le comunica que no fue contratado para dar sugerencias.

No hablemos de los otros vicios pero imaginemos gerentes prejuiciados, gerentes sádicos, gerentes deshonestos y gerentes orgullosos. ¿Podrá reinar armonía en empresas o departamentos con gerentes con estas características? ¿Podrá mostrar utilidades o buenos resultados gerentes con estas debilidades?

De aquí que las empresas tienen que estar constantemente autoanalizándose. Evaluando a sus gerentes y directores departamentales, pues, al ser sus líderes respectivamente, sus súbditos imitaran estas actitudes o vicios, por ende, se colectivizarían y reinaría el caos.

Sandy Valerio. 10-9-08

martes, 2 de septiembre de 2008

Despecho.


Despecho.

Han transcurrido 15 minutos desde que el juego concluyó. Estuviste absorto todo el partido sin que nadie ni nada te distrajera. En muy pocas ocasiones te había concentrado de esa manera. Ningún jugador que ha observado te ha atrapado como el jugador de tercera base que acaba de ver. Viste como se deslizaba detrás de de la pelota, como corría en las bases. El toque en el segundo episodio fue espectacular, pues, nadie lo esperaba. Llegó con suma facilidad a la primera base. El jugador de tercera que atrapó la pelota ni se dignó en tirar, pues, cuando vino a darse cuenta ya él había pisado la primera base. Parecía una gacela corriendo del home a la primera. Sí que tenía fuerza en sus piernas.

Pero esa fue una de las tantas jugadas excitantes que acaba de ver. Como el homerun en el séptimo ining. ¡Qué palo! Todavía buscan la pelota y no la han encontrado. Si que disfrutaste el juego. Hasta te excitaba viendo a Marco Martínez defender la tercera base. Si su ofensiva es buena su defensa es mejor. No había pelota que cruzara cerca de él. Todas las atrapabas.

Cuantas cualidades atléticas. Y lo mejor es, que es un niño. Le falta crecimiento muscular, su caja torácica, sus piernas, sus reflejos, todo esto lo ha evaluado, y solamente Alex Rodríguez tenía estas cualidades antes de que lo firmaran, y mira lo que es.

Sin lugar a dudas que tu intuición nunca te ha fallado cuando ha firmado un prospecto y éste te tiene absorto.

- Hola, Minaya.
- Hola, Alfonso, a caso está viendo a Marco Martínez. ¿Qué te parece?
- Es estupendo. Me ha dejado sin respiración. Ahora mismo voy a reunirme con él. Te llamo luego.

Mientras hablaba con Minaya te dirigía hacia los camerinos a conversar con Marco, pues, no podía ni te lo permitiría dejar pasar esta oportunidad de firmar a esta joya que acabas de ver.

Empujas la puerta del camerino y ve que la mayoría de los jugadores aún están juntos. Los saludas y ellos te saludan, ya que la mayoría te conocen y te respetan, pues, saben de tu influencia y tu prestigio.

Busca con mirada de águila a Marco sin resultado y de repente en un rincón apartado lo ve. No le aparta la vista. Te das cuentas que ha acabado de salir de la ducha por el agua que se le desliza por el cuerpo. Al verlo en esta condición te excitas como cuando lo observaba jugar pero con el corazón más excitado.

Caminas en dirección hacia él sin perderlo de vista. Ya te encuentra a dos metros de donde él está. Lo evalúa de cuerpo entero y te das cuentas de su extraordinaria contextura física. Sí que es estupendo te dices mientras lo observa, y decides hablarle.

- Perdón…Joven ¿es usted Marcos Martínez?

Al escuchar su nombre para de secarse y alza el rostro hacia ti y te confirma su nombre.

- Sí, señor.

El tono juvenil de su voz confirma que aún se encuentra en la adolescencia. Y esto te satisface.

- Marco, me gustaría que habláramos de tú futuro. Te he observado jugar y sin temor a equivocarme eres lo mejor que mis ojos han visto. No quiero perder la oportunidad de firmarte.

No ha despertado ningún tipo de entusiasmos con la oferta que has hecho y te sientes despechado, desilusionado, impotente. ¡Cuantos jóvenes no darían cualquier cosa por escuchar lo que acabas de decir! Pero a Marco no, mientras jugaba, uno de su compañero de equipo vio como lo observaba y le dijo que hoy lo firmaban y al mismo tiempo conquistaba un nuevo amor.

Sandy Valerio. 2-9-2008

miércoles, 20 de agosto de 2008

Cuando los cañones suenen.

Cuando los cañones suenen.

Cuando un sentimiento de libertad se apodera del corazón de los hombres y éste se combina con el amor a la patria, no existe fuerza, ni adversidad que detenga el impulso de estos hombres.

Nadie, absolutamente nadie debiera intentar cruzarse le en el camino a estos iconos de la libertad, salvo que deseen ser aplastado sin contemplación por la dignidad, el arrojo y el valor.

Estos sentimientos se habían escudado en el corazón de Antonio Jiménez y su hijo Pablo desde hacía un mes, cuando el traidor de Santana anexionó la isla a la madre patria.

- Pablo, hijo, levántate, que me parece que hoy es la señal. Ayer Juan vino por aquí y me dijo que cuando escucháramos los cañones, esa era la señal.
- Pa… yo estoy listo desde temprano, no he podido dormir. Anoche retoqué los machetes como me dijiste.

Si que los había retocado, los filos relucían como si fueran rizos de Apolo mientras se desplaza en su carruaje de fuego.

- Entonces, todo está listo, solamente tenemos que esperar a que suenen los cañones.
- Pa… y el conuco ¿quién lo va a cuidar?
- No te preocupe, ya hablé con Secundino. Como él no puede ir a pelear contra los españolitos por el parto de su esposa, nosotros pelearemos por él, y él nos cuida el conuco.
- ¡Y si nos matan!
- No nos preocuparemos más por cuidarlo.

Se hizo un silencio sepulcral en el bohío mientras cortaba una porción de tabaco del andullo de su consumo para macarlo, se la pasó a su hijo y cortó otra para él.

No volvieron a dirigirse palabras, Antonio pensaba en las cicatrices que llevaba en cima de cuando peleó contra los haitianos. Y Pablo pensaba en el puerco cimarrón que lo tuvo al matar hace dos días. Eran dos espartanos que se sacrificarían como Leónidas en las Termópilas por la libertad.

Se escuchó un sonido que los hizo salir de su ensimismamiento, se pararon, se ataron los machetes a la cintura y se dirigieron hacia donde está el valor, la gloria y la inmortalidad.

Sandy Valerio. 19-08-08

domingo, 10 de agosto de 2008

Orando.

Orando.

El corazón le está latiendo a mil revoluciones por minutos del dolor que está destruyéndole por dentro. Su mente y su alma se encuentran obnubiladas de la angustia que lo ha arropado.

Hay de los espíritus nobles y sensibles que tienen que pasar por tan terrible pesar. Las paredes de su habitación se ciernen sobre él y se dice – Dios mío, ayúdame- es un quejido desesperado que se desplaza por el universo hasta donde su objetivo. Este lo absorbe, lo hace suyo, hasta el extremo de desplazarse donde quien lo ha dicho.

Cuando terminó de decir la última vocal ya su rodilla se encontraba en el piso frente a la cama. Se persignó. El tiempo se detuvo pero él no lo sabía. Los ángeles, las estrellas y el universo los contemplan. Era el foco de atención de cada átomo del cosmos.

Pero no lo sabe, solamente lo presiente. Su cuerpo está tan hesitado que empiezan a salirles lágrimas, pero estas no caen en el piso, ni en la cama. Se le evaporan de las manos al que está sentado frente a él desde que empezó a orar.

Las palabras de desesperación que liberan sus labios –Dios mío, dame fuerza y sabiduría para soportar tanto dolor- eran escuchadas solamente por quien se encontraba sentado en frente de él. Este se sonríe mientras le acaricia la cabeza y le dice – Por qué crees que te voy abandonar- pero sus sentidos no lo escuchan, su alma sí. Y comienza a sentirse calmado y las lágrimas a dejarle de brotar. Se persigna de nuevo –En nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, te amo Jehová, amen-.

El que está sentado le contesta que también y se marcha. Y él se para y se acuesta; y duerme bien sin pena ni dolor.

Sandy Valerio. 10-08-08

lunes, 4 de agosto de 2008

Utopía o Sadismo.

Utopía o Sadismo.

He visto que a las diferentes soluciones sociales que he planteado la han catalogado de utópicas, y en verdad que esto no me sorprende, lo que si me sorprendería sería que se llevaran a cabo.

Sabemos que en las actuales condiciones como especies no alcanzaríamos el socialismo puro, esto si es utópico, pero como entes racionales, sí proporcionaríamos las mismas oportunidades para todos, independientemente de su nivel social. Esto si es posible.

Pero tendríamos que hacernos la pregunta de ¿Quiénes son los que están a cargo de crear este equilibrio? Se supone que son los que están a cargo de dirigir el desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, libres de prejuicios o de favoritismo. Estos deben de ser los políticos, los lideres empresariales y los lideres sociales.

Ahora, existe alguna satisfacción física o psíquica que estimule el desequilibrio social, o un instinto de especie inferior que nos cohíbe desarrollar la solidaridad con los demás. A esto podríamos llamarle sadismo.

Si leemos a Eric Fromm en su libro Miedo A Libertad nos dice que el sádico disfruta cuando mantiene cohibido de cualquier libertad, sea esta económica, de opinión o de cualquier índole a su victima.

De aquí podemos deducir que en vez de ser utópicas mis ideas son irrealizables por el sadismo que ocultan los que ejecutan las políticas sociales. No es porque sean imposibles de hacer, sino, porque produce cierta satisfacción mantener a tantas personas sin libertad económica, sin libertad de opinión, sin libertad a ser humanos racionales. Quien está cohibido de educación carece de libertad para discernir.

Entonces, cuando vemos a los niños limpia vidrios, cuando vemos los cinturones de miseria alrededor de nuestras ciudades, cuando vemos tanta sangre en los periódicos, cuando le cohibimos como sociedad a un padre su desarrollo económico por pura mediocridad, cuando vemos una empresa absolver todas las pequeñas que puedan competir con ella, cuando vemos a un funcionario público cometer tantas atrocidades y no hacer nada como sociedad, acaso no es nuestro sadismo inconciente que está actuando al ver tanta mediocridad y no hacer nada.

No, no son ideas utópicas pretender que la brecha entre ricos y pobres no sea tan amplia, pretender que las necesidades básicas de las mayorías estén satisfechas, pretender que la clase media se fortalezca, pretender tener un estado fuerte sustentado en los pilotes de la institucionalidad. Si esto es una utopía me declaro un utopiano.

Ahora, de lo que si estoy seguro es que de no pretender alcanzar estos nobles ideales es afianzar nuestro morbo, nuestro sadismo colectivo y nuestra meta de sociedad fallida.

Sandy Valerio. 2-8-8

domingo, 15 de junio de 2008

Un relámpago en la oscuridad.

Un relámpago en la oscuridad.

Zeus está manifestando toda su majestuosidad y poderío. Los rayos de éste le abren grietas a la oscuridad, y sus relucientes luces se expanden por cortos períodos, pues, el acuerdo con Hades, es que él reinara por las noches. Y un acuerdo entre Dioses es inquebrantable. Hasta el más inepto de los mortales sabe esto.

Hades se mantenía inmutable, pues, se estaba llevando a cabo uno de sus actos maligno. El observaba donde se estaba cometiendo éste. Era una casita de yagua que para muchos es un bohío. Dentro se escuchaban los gritos de un infante que al parecer las armas del Dios del universo lo tenía incomodo.

A Hades no le importaba que el niño estuviera gritando, ni que el bohío estuviera a punto de colapsar por el torrencial aguacero. No, nada de esto le importaba. Le importaba lo que la madre de éste iba a hacer. Esto sí le importaba. Había sembrado la semilla de la maldad en el corazón de la madre y estaba a punto de germinar.

La madre estaba estática como el Dios del mal contemplando el infante. Veía el rostro de quien la había embarazado en la cara del niño. El niño tenía todas las facciones del padre. De quien la había abandonado estando aún embarazada.

Se paró con ímpetu, se le acercó al infante. Lo contempló y se enterneció al verlo de cerca, pero ya era tarde. Había tomado la decisión de que era hoy o nunca, pues, la noche era perfecta para cometer el infame acto.

Lo levantó con sus infantiles manos, pues, ella apenas tenía 14 años. El niño al sentir el calor de la madre aplacó su tierno llanto, pero un estruendoso sonido de las armas del Dios del universo hiso que el niño reiniciara su llanto.

Nadie se va a dar cuenta- se dijo mientras caminaba hacia la puerta –Y si me preguntan, que una bruja se lo llevó- estos eran los pensamientos que asediaban a la joven madre.

Al pararse en el frente de la puerta se detuvo, pues, uno de los rayos del Dios del universo cayó tan cerca que le hiso temblar el alma. –Estos malditos rayos- se dijo; y al abrir la puerta la madre de ella estaba afuera presta a tocar para que le abrieran. Al ver su madre retrocedió, y su rostro palideció.

La abuela del niño al verla le preguntó que si había visto el Diablo que estaba tan asustada, pero la madre no contestó. Solamente pensó –será en otra ocasión-.

Hades que se había mantenido estático, ahora le brotaba fuego de entre los ojos. -¿Qué había fallado?- se preguntó. –Sería mi hermano- volvió y se dijo.

Cómo el Dios del mal había fallado en un plan, si es tan meticuloso al planearlo. Cada detalle, cada eslabón en su lugar. Todo estaba como lo planeado. El abandono del padre, el desplazamiento del odio al padre hacia el niño, los gritos del niño, y la ejecución de la madre lanzando al niño al río que está detrás del bohío.

Todo el plan estaba perfectamente articulado. Lo que Hades no sabía era que Venus con sus manos de seda había abierto, desde su morada lunar, un orificio a las espesas nubes y lo vio ejecutando su plan. Y en complicidad con su padre, disfrazada de rayo para que Hades no se diera cuenta, viajó hasta donde la madre de la niña y abuela del niño enviándola donde su protegido.

Sandy Valerio.

sábado, 17 de mayo de 2008

Escuchar.


Escuchar.
La tarde está oscureciendo más rápido de lo esperado. Es como si la tarde quisiera marcharse. ¡Qué gran cantidad de gente se está aglomerando alrededor de la colina! Cuanta bulla, mira como se ríen, como se jactan. Es como si todos tuvieran una gran celebración, salvo algunos que están silenciosos y algunas lágrimas le corren por las mejillas.
Y pensar que vine desde tan lejos para escuchar uno de ellos, pues dicen que posee una oratoria muy excelsa. Que es suave, dulce, de buen tono y enérgica. Que casi todos sus discursos están dirigidos a la divinidad, la humildad, la paz, la fe y el amor. ¡Cuánto daría por escucharle! Pero no puedo seguir en éste tumulto, me están asfixiando. Y además, ha oscurecido muy rápido.
- Tolomeo, Tolomeo…
- Dígame maestro…
- Te repetí, muchas veces, que evadiéramos todas estas gentes, pues deseaba escuchar sólo uno y marcharme.
- Sí, maestro, lo sé. Y usted consintió conmigo.
- Pues sí… pero sólo para saber que sucedía.
- Pues ya casi sabemos… ¡no!
- No, no sabemos, y nos vamos. Bien sabes tú que a quien buscamos vive predicando de un lugar a otro.
- Mire, mire, hay una gran cantidad de gente acercándose, parece como una caravana.
- Es cierto. A lo mejor es quien buscamos. Y, tal vez viene a celebrar con todas estas gentes, sería de buen gusto, para marcharnos de una vez de estas tierras tan áridas.
- Maestro… voy a preguntar qué están celebrando y luego nos marchamos.
- Pero, rápido.
Y pensar que era un niñito cuando lo compré, unas cuantas monedas pagué por él. Y mira que tesoro me ha salido. Espero educarlo en lo más profundo de su ser. Que conozca la sabiduría, que la desee, que la viva; que conozca los sofista, Aristóteles, Sócrates, Platón, Jenofonte, Homero. A todos aquellos grandes sabios que han pasado por la tierra. Y que la única esclavitud sea la de su espíritu al cuerpo. ¡Pero! ahí regresa, y se le nota preocupado.
- ¿Qué te ha ocurrido? Se te nota muy preocupado, Tolomeo…
- Maestro… ¿Usted sabe qué es lo que van a hacer en la colina?
- Mí querido Tolomeo… A eso fue que tú fuiste, a averiguar que están celebrando.
- Maestro… No es ninguna celebración, es una crucifixión…
- ¡Por Júpiter! Y… mira la algarabía que tienen estas gentes. Marchémonos cuanto antes de éste lugar que me empieza a asquear.
- Espere… Espere… ¿Cuál es el nombre de quien queremos escuchar?
- Su nombre es Jesús. Y todos le dicen Jesús de Nazaret.
- Pues mire maestro, sino nos equivocamos, y no son dos personas diferentes; y es la misma persona, a Jesús lo van a crucificar con dos personas más esta misma tarde, en aquella colina, donde están los centuriones.
- ¡Por todos los dioses del Olimpo! ¿Tú estás seguro de lo que dices? Tolomeo…
- Sí… tan cierto que mire los palos acercándose, son ellos mismos cargándolos.
- Es cierto, oyes como le vocean. Rey de los Judíos, a Jesús. Tolomeo, tu escuchaste porqué lo condenaron.
- Por blasfemar el nombre de Dios.
- Pero si él lo que habla es de amor, paz y humildad.
- Y de que era hijo de Dios…
- Y que tiene de malo eso, si lo que le da es amor al que se le acerca. Es un hombre indefenso.
- Usted sabe más que yo de eso… Maestro.
- Perdóname, Tolomeo.
- Mire… mire maestro, ya se pueden ver, están subiendo la colina.
- Tratemos de acercárnosle más para verlo de cerca.
- Agárrese de mí, maestro, para que no nos extraviemos.
Pero si es cierto lo que decían. Mira cuanta humildad refleja ese rostro con todo y estar tan maltratado. Su pelo largo, ¡qué lindo! Rizadito. Será por esa horrible corona que le pusieron en la cabeza. ¡Por Júpiter! Si es de espina la corona. Cuánto daño le han hecho, sus ojos están hundidos, la sangre le corre por todo el cuerpo. ¡Cuánto debe estar sufriendo! Nadie lo defiende, ni sus discípulos. Que tengo entendido son doce. ¡Qué cobardes! Y los mismos que lo condenaron tienen que ser monstruos, engendrados por mujeres sin paz en su corazón. Envidiosos, farsantes, sus mentes son guaridas de todos los vicios del alma. De noche tendrán pesadillas y sus camas se remenearan, sus corazones latirán como las golondrinas al volar. Y por sus venas no correrá sangre, sino, lava caliente para que le arda su propia alma. Infelices todos estos monstruos e infeliz yo por no hacer nada para salvar un espíritu libre, joven y sabio. Con todas las características de un Dios. Le están clavando la mano y los pies ¡pobre muchacho! Mira como gime soportando el dolor. Los centuriones tienen que estar conmovidos con aquel que refleja tanta paz, con todo y estar ensangrentado. No… no están conmovidos, mira como le clavan la lanza en su costado derecho. ¡Qué crueles son! Según le pasan los aós más animales son. He imposible de llegar a ser personas sublimes.
Ya lo están parando. Hasta crucificado se ve su grandeza. Qué pena no llegar a escucharle. Y todos estos papiros estrujados, sin letras, no pudieron escribir ni una de su palabra en su corazón. O si la escribieron, se le distorsionaron tanto que salieron conjuros malignos.
- Tolomeo…Tolomeo… Marchémonos cuanto antes, que ha oscurecido bastante. Y nuestro camino es bien largo, tan largo como el recorrido de su espíritu hacia el lugar donde habitan los dioses.
Sandy Valerio.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Tus palabras.

Tus palabras.

Tus palabras que corren en el espacio
Sin poder descubrirlas,
Cuando al fin las descubro:
Un oasis en la penumbra,
Un placer por encima del éxtasis.
Cómo se sentiría Pedro al escuchar a Jesús,
Si en mí no hay explicación,
O Platón al escuchar a Sócrates,
Si yo engendro en gestación al escuchar tus palabras
Mis oídos se estremecen, captando una energía extraordinaria
Para ser transportada a mis células, de ahí a mis neuronas,
De las neuronas a mí cerebro, de mí cerebro a mí alma,
Y en mí alma ser transformada en lluvia fresca
Para rosear mí espíritu en el infinito.

Sandy Valerio.

Intercambio.

Intercambio.

El sudor dejó de brotarle de entre los poros.

La sombra lo abandonó después de un estruendoso sonido.

El corazón dejó de latir en medio del intercambio.

Y con el último reducto de energía que le quedaba.

Sólo atinó a decir; no veo de esté ojo.

Sandy Valerio.

La apuesta.

La apuesta.

Está tendido en la calzada. Tus ojos buscan un lugar en el horizonte, pero no puedes detenerlos. Se menean de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Sientes que la respiración es más lenta. Sabes que está vivo, pues escucha el murmullo a tú alrededor. La turba se ha aglomerado en torno a ti. Quieres decirle que te ayuden, pero no te salen palabras, sólo articulas los labios. Vuelve a decirle, - Coño, ayúdenme, no me dejen morir -. Nadie te entiende. Escucha cuando alguien dice que eres un niño. Quiere decirle que eres un hombre, hasta con hijos, aunque sólo tienes 17 años. Pero no puedes menearte. Sientes la espalda húmeda, como si hubiera agua debajo de ti, pero es sangre. Según dabas vueltas en el pavimento, toda la espalda y parte de la cara se te peló. Se te veían los tejidos, la carne. Aunque el golpe más peligroso y por donde salía más sangre era en la nuca. Al caer te lo había producido. Por éste te estaba desangrando. Ahora te llegan recuerdos de que fue lo que te sucedió. Mira en retrospectiva y ves a Carlos desafiándote con su pasola. Que la de él corre más que la tuya. Que la tuya no sirve. Que la máquina de la de él es mejor y más potente. Que la tuya, ni él dándote ventaja, le ganaba a la de él. Pero nada de esto te amilanaba. Sentía confianza en tú pasola. A todas las del barrio la había ganado. Tú pasola estaba preparada para correr a gran velocidad, Carlos sabía esto, pero él había preparado la suya con el aburrío, el que más sabía preparar los motores para las carreras. Pero nada de esto te intimidaba. Aceptaste la apuesta con mil pesos, y la pasola para el que ganara. Se colocaron uno al lado del otro. Antonio, el moto concho, anunció la salida. Arrancaron parejos, no había distancia entre uno y otro en los primeros 100 metros. Pero después de aquí, sí, tú máquina respondió. Un cuerpo, dos cuerpos y tres… El perro, un maldito perro. El se atravesó. El golpe fue tan fuerte que a unos 500 metros los gritos del perro se escucharon. Y volaste por los aires como Jack Veneno. Ah… Maldito perro, piensas… pero ya es tarde, perdiste la apuesta, perdiste la vida.

Sandy Valerio.

Devuelve esa miseria.

Devuelve esa miseria.

El no quería acercarse donde se encontraba su padre, sentía vergüenza, pero sus amiguitos insistían, pues si le daban 5 pesos comprarían dulces para todos; y como el padre estaba apostando a los gallos, es porque tenía dinero.

Lo convencieron, y entre alegría y tristeza se acercaba a su padre. Alegría, porque su padre le daría la bendición; y tristeza, porque su padre no le gusta que lo molesten cuando apuesta a los gallos. Pero coincidencialmente siempre que lo podía ver y besarle la mano era en la gallera.

En está ocasión era igual, le besó la mano – sion papi – y con gesto despectivo el padre sacó 10 centavos, se lo entregó y al mismo tiempo - Dios te bendiga y váyase para su casa, los niños no están en gallera.

El váyase para su casa no lo escuchó, pues la alegría que le produjeron los 10 centavos y el Dios te bendiga era tan inmenso que se le olvidaron todos sus amiguitos, y emprendió una carrera que a todos sus compañeritos los dejó votados; y entre zancada y zancada, solamente decía; - vi a papi, vi a papi, y me dio diez…

Sus amiguitos, que al verle salir tan rápido, también lo siguieron, solamente escuchaban cuando decía, - vi a papi, vi a papi, y me dio diez…- la alegría también los contagió, y se decían – hasta paleta vamos a comprar con los diez pesos, eso da para comprar de todo.

Y con el corazoncito tan agitado como las olas del mar en un Huracán, llegó donde su abuelita. Y ésta a verlo tan contenta sonrió, pero con tristeza, pues la polla de él ella la había tenido que matar para comer; y le dijo ella – y esa alegría mi terruño – Y él le contestó – vi a papi, abuelita, y me dio diez…- A ella se le agrandaron los ojos, lo cogió por un brazo; y le dijo – deja ver los diez pesos – Y el niño sorprendido, le dijo a ella – cuáles diez pesos, abuelita, fueron diez cheles – Ella frunció las cejas y con una voz estruendosa le dijo – Devuelva esa miseria… rápido.

Sandy Valerio

Vine a buscar mi marido.

Vine a buscar mi marido.

Transcurrían las 7:00 pm, en aquel campo oculto por las montañas, como si sintieran celos, las montañas, por sus habitante resabiosos, que por todo pelean y por todo se quejan.
María no era la excepción. Había puesto la cena como de costumbre, a las 6: oo pm, pero eran las 7, sus nervios empezaron a castigarla como era de esperar, pues Antonio, que era su esposo, no acostumbraba a llegar después de cena, salvo algún inconveniente que le sucediera en el conuco.
- Ju… me parece que le pasó algo a Antonio. Carlos, ¿Qué tú crees?
- No, mamá. Qué le va a pasar a papá.
Carlos era el hijo más pequeño que aún vivía con María y Antonio; y un nieto que estaban criando. Los cuatros vivían con suficiente tranquilidad como para ser envidiados por sus vecinos, aunque con uno que otro imprevisto.
María lo sabía, siempre lo ha sabido, cuando surge algún imprevisto, no es para que María esté tranquila. En el último imprevisto duró Antonio dos días tras las rejas por Golpear un policía y casi lo matan dándole palos.
El mangú que ella había hecho, se había endurecido, y se le estaba escurriendo el aceite. Pero María no podía tranquilizarse. Ya Carlos y su sobrino estaban durmiendo. Cuando de repente se oye la voz de Antonio que vociferaba.
- Maldita mujer el diablo, tu verá lo que te va a pasar esta a noche. Cuero el diablo. Pa que respete los hombres. Maldito cuero.
A María se le engrifaron los pelos y se acordó que había discutido con Antonio en la mañana; y se dijo:
- Ju… se puso a beber y viene a bravear ahora.
No hubo de haber pasado 30 segundos de ella haber dicho esto cuando se oyó un sonido estruendoso que golpeaba la persiana del frente, y más seguido, otra piedra golpeaba la puerta. María había dado un brinco con el primer sonido. El segundo lo escuchó mientras iba corriendo con el nieto en una mano y con la otra sujetaba a Carlos.
Se lanzó por la barranca que estaba detrás de la casa con los dos niños en los brazos. En medio de la oscuridad se abrió paso por el arroyo sin que los niños se mojaran.
Subió la pendiente que daba a la casa de Juana, acostó a los niños y se acostó ella.
Juana la esperó con la puerta abierta, estaba acostumbrada, cuando oía un sonido extraño, era un imprevisto con Antonio.
Juana misma fue a ver después que se calmaron los sonidos e inspeccionó la casa, se quedó muda al ver el estado en que quedaron las persianas. Y fue a contárselo a María en seguida.
- Bueno María… mañana tú va tener que comprar mucha tabla.
María se quedó dormida con los niños y al amanecer tempranito se presentó a la jefatura policial, pues dos policías fueron los que no permitieron, después de darle unos cuantos palos a Antonio, que derrumbara la casa.
- Vine a buscar mi marido, el no hizo na… esa casa he de él.

Sandy Valerio.

Si usted no tiene dinero.

Si usted no tiene dinero.

La tristeza se le reflejaba en el rostro, no podía ocultarlo, por más que tratara de disimularlo, su dolor se veía en su cara.
Se sentó en el banco, el parque estaba lleno de jovencitos limpia botas y él los mirabas lleno de dolor y admiración; y en ese estado exotérico en que se encontraba observándolo, se le acercó uno de ellos.

- Señor… ¿Le limpio los zapatos?

Este había venido del lado opuesto a los que él estaba observando, por eso no se percató cuando venía. Trató de ocultar su dolor, más cuando vio el rostro de éste lleno de inocencia y ternura, trató de ocultarlo más, pero se equivocó, los niños tienen una capacidad extraordinaria para captar las emociones de los adultos, aún sin estos hablar; y más si estos están expuestos a atropellos constante de su inocencia. El titubeó un poco, pero aceptó.

- Esta bien…

Cogió su latita que tenía debajo del brazo, se sentó encima de ella; y la limpia bota en medio de él y el señor.

Fue sacando cada uno de los utensilios de su trabajo. Primero los paños, el liquido, la pasta; y luego el cepillo. Mientras tanto, el señor lo observaba. Echó líquido en una tapita de compota y con un cepillo de dientes, empezó a untárselo a los zapatos. El señor pensó que en épocas pasadas pudo ser de él. En cada movimiento que ejecutaba el niño era digno de admiración; y con el dolor del señor, ésta admiración se triplicaba.

Y mientras destapaba la pasta para darle brillo a los zapatos, el niño que había visto y sentido éste dolor en sus padres, le preguntó.

- Usted… ¿Está triste? ¡verdad!

El señor frunció las cejas, pero al ver la inocencia del rostro, cedió.

- Un poco…

El niño no hizo más preguntas, pues vio como se le aguaron los ojos al señor; y al terminar de limpiar los zapatos, el niño le dijo.

- Si usted no tiene dinero, después me lo paga…

Sandy Valerio.

Efluvio de violencia.

Efluvio de violencia.

Vez tu reloj y observa que es una hora antes de la de salir a trabajar tu esposa. Te sientes ansioso e incomodo. Es exactamente como te le dijeron. Aún resuena en tus oídos. – ¡Tu lo que eres es un maldito cuernú!- Y… peor, quien te lo había dicho era tu hermano. Quisiste partirle la cara pero te contuviste. Sabía que él nunca habla por hablar. Entonces le preguntaste que si el sabía algo que te lo dijera. El no dijo nada de una vez, pero a los dos minutos fue que te explicó lo que te tiene tan incomodo. Y, efectivamente… es como él te lo dijo.

Das un brinco de la cama y llama a tu mujer. Sí, a ella, tiene ganas de partirle la cara pero algo te detiene, - ¡Ven que te estoy llamando! – Ella se inquieta pero sin alterarse. –Dime amor… ¡Para qué te levantaste! Es muy temprano… - Sí, por eso es que me levanto… ¿Para qué va tan temprano al trabajo? – OH… amor, tu sabes que los carros son muy difíciles. Cuando terminó de decir esto sonó un golpe seco en el rostro de ella. – Maldito cuero - Le dices y vuelve a golpearla. Ella cae de una vez al suelo y le golpea de nuevo con los pies, y como un efluvio de violencia sin poder detenerse la sigue golpeando. A ella no le ha dado tiempo de hacer nada, más que gritar. Tú te enojas más cuando escucha sus gemidos. - ¡Maldita! ¿Por qué no lo pensaste? - Mientras siguen los golpes al por mayor y detalles. Ahora ella está a punto de desmayarse, la dejas y te decides cambiar pues aún estás en ropa interior.

Estás excitado y te logra calmar un poco cuando te cambia. Ella todavía sigue tirada en el suelo. Nunca la ha golpeado de esa manera. Sí, en otra ocasión alguna galleta, algún apretón de brazo, pero no más de ahí. Pero ahora era diferente, se lo merecía. Y te dices; - Yo que me sacrifico tanto por ella, mira lo que me haces.- Levanta el colchón y sacas una pistola ilegal que había comprado. Ella la ve, se sorprende, y te dices – No me mate, piensas en tus hijos…- Maldita, eso es lo que tú debiste de hacer, pensar en tus hijos, cuero sucio…pero ta te quieta, que te salva precisamente por ellos, azarosa… y cállate hija de la gran puta.- Te engancha la pistola en la cintura, está manipulada, lista para disparar. Sale de la casa, ella te quiso detener pero no pudo. Los golpes y el miedo la detuvieron, sólo te dijo; -¿Qué va hacer?- Y le contestaste, - después tu va ha saber.-

Los pasos se vuelven una eternidad con el ritmo cardíaco que tienes, pero te tranquiliza una frase que había leído. – Cuando se toma una decisión, nunca se deja, si es de honor.- Ya estás a dos casas de la pensión en que vive tu objetivo. Te detiene y vez el reloj, la 5:10 AM. Decides fumarte un cigarrito de marihuana. En otra ocasiones lo había echo para tranquilizarte y en tus tiempos juveniles para estar en la onda. Lo enciende, en cada copo que absorbe te excitas y te hace sentir como un súper hombre. – Tu verá ese asqueroso, él espera mi mujer, ese cuero sucio. Se están cogiendo desde hace un tiempo. Y yo que lo saludaba, ese hijo de la gran puta…- Vez el reloj de nuevo, la 5:15 AM. – ¡Coño! – Te dices y adsorbe el último copo con un suspiro de gigante.

Empuja la puerta de la pensión. Estaba abierta como te dijeron que estaría para que ella entrara. Te molestas más, pero te detienes a pensar en cual habitación era que él vivía. Te dijeron que era en la 12, pero observa que en la primera sólo hay números pequeños. Deduces que es en la segunda. Sube la escalera y vez que al subir está el número 7 de primero. Automáticamente deduce que la número 12 está más para lante. Tomas la pistola en la mano derecha. No quiere que tus pasos se oigan. Vez una puerta se mi abierta y mira en cima de ella. Es la número 12. – Diablo la está esperando, ese hijo e puta.- Te Dices. Te para en frente de la puerta y la empuja con la mano izquierda. Al verte él quire defenderse pero no puede, le dispara sin compasión y le dices; - Así qué esperaba mí mujer…-

Sandy Valerio.

¡Tu si eres lindo

¡Tú si eres lindo!

Cuando alguien está siendo observado por otra persona a poca distancia, hay una sensación extraña que siente el observado, talvez lo que muchos llaman sexto sentido o para otros simple intuición.
José estaba sintiendo esta sensación al colocarse en la fila, miró para todos los lados y no vio nada, ni a nadie observando lo, pero seguía inquieto.
Al llegar a la cajera echo otro vistazo, al mismo tiempo que pagaba lo que había comprado; y, efectivamente, vio a aquel individuo fuerte, grande, de piel oscura, con mirada maliciosa, lo miró un instante y intercambiaron mirada, el pleito estaba casado, de eso no hay duda, pensó José.
Ahora, descubrir quien era, miró en retrospectiva a ver con quien había tenido problema últimamente y ninguno con lo que había discutido encajaba con el mastodonte, quizás algún resentido había pagado para que le dieran una paliza. Pero quién…
Y mientras se acercaba a la puerta, el gigante seguía sin moverse, se puso la funda en la mano izquierda; y pensó – Cuando me vuele encima, una patada en los testículos y otra en la nariz, la decisión estaba tomada.
Con paso cauteloso y firme se acercaba más a la puerta y cuando estaba enfrente del mastodonte, solamente escucho:
¡Tú si eres lindo!

Sandy Valerio

La guarida.

La guarida.

Estás pensativo. El ritmo cardíaco se te ha acelerado. Presientes su llegada. Todo está saliendo como lo planificaste. Acordaste con ella que dejaría la puerta abierta para que no tocaras. Sí, la dejaría abierta.
Observa tu reloj y ve que es la hora acordada, las 5:15 de la mañana. Te sonríes un poco y te dices, - las mujeres -. Vuelves a observar tu reloj, notas que se ha retrasado, pues son las 5:18, te da mala espina, pero no le hace caso a ese presentimiento. Total, no es la primera que llega con unos minutos después a tu guarida.
Sí, a tu guarida. Así le había puesto a la habitación en que vivía. Otros le habían puesto el mar negro, porque todas las que entraban se hundían.
Pero para ti era guarnición, refugio, seguridad. La confirmación de tus instintos de macho dominante. Vuelve a observar tu reloj, las 5:20, te inquieta de nuevo, tu ritmo cardíaco se acelera mucho más. Nunca te ha gustado esta condición, pues siempre ha pasado algo cuando te encuentras así. Te relaja un poco, ha escuchado unos pasos que se acercan a tu puerta.
Te tranquiliza, aunque no suenan los tacos de sus zapatos. Decide acomodarte en la cama para que no te encuentre alterado.
Y…efectivamente, empujan la puerta. Ves una silueta de una persona con un objeto en la mano. Lo levanta en dirección hacia ti. Escucha cuando dices, -¡Así qué esperaba mi mujer! Quiere brincarle encima, pero un sonido que retumba en la habitación te detiene. Ya está sumamente relajado, hasta el extremo de no sentir tu corazón.

Sandy Valerio

Recuerdos.

Recuerdos.

Cuando me acuesto en la almohada de tus recuerdos.
Un sin número de átomos recorren mí cuerpo, fluyendo una energía en todo mí ser, que me arrastra al infinito donde te puedo ver.
Primero;
Se me eriza todo el cuerpo y más luego te puedo oler.

Huelo tu respiración, tu fragancia, tus hormonas, todo lo tuyo lo huelo.

Ese olor se transforma en energía que desciende hasta mí falo, produciendo una erupción trascendental, ocasionando que éste se estrelle contra mí cuerpo.

Más luego, lejos, muy lejos, en el infinito, estás tú.

Sandy Valerio

Decadencia

DECADENCIA

Son las dos de la tarde. Este sol me quema el alma. A ésta hora estos carros son tan difíciles. No hay uno solo de la ruta L que silva y con éste polvazo el panorama luce aterrador. Cualquiera lo piensa cien veces antes de salir a coger carro a esta hora. Pero a mi está bueno que me pase. ¿A qué vengo yo a esta hora? Para joderme… Sabiendo que no quieren saber de mí. Pero de eso es que se trata, de que me vean. Sí… Quiero que se mantenga viéndome. El momento de la venganza llegará. Por ahora tengo que dejar de pensar en tontería. Me parece que éste carro que viene está conchando. ¡Qué tiesto! Ahh… Sí, se va a parar. Por suerte que nunca he tenido inconveniente con montarme en cualquier carro.

-Buenas tardes chofer…

-Buenas tarde…

-Cobre chofer…

¡Dios mío! Si sufre de parkirson el pobre viejo. Con razón traía las dos manos agarrada del guía. Mira como le tiembla la mano al extenderla hacia atrás para coger el dinero. ¡Pobre viejo! Sólo en sociedades como ésta se ven cosas así. Y tanto que pregonan del modernismo. Y la paz de un viejo enfermo no está asegurada. Ahh.. No me vengan con retórica. Mira el pobre viejo. Tal vez tiene algún nieto preferido. O sociedad injusta que vuelve añicos a los hombres de trabajo. Te ofusca en crearle adversidades hasta el último suspiro de su existencia. Claro que sí. Esas manos demuestran las horas de trabajo en su juventud. Tal vez amarrando vaca, envolviendo andullo, limpiando conuco o haciendo carbón. ¿Quién sabe?...

-Viejo... usted afanaba mucho.¿Verdad?..

-Un poco mi hijo…

Dios mío, trabajando en éste carrito y con esta carretera tan mala y el parkinson destruyendo su existencia, no puede albergar una pizca de felicidad. No. De seguro no tiene algún familiar que se conduele de él. Claro que no. Si lo tuviera no tendría que estar buscando se la en éste carrito. Pero parece que no le gusta que lo observen. Tal vez le da vergüenza que lo vean en ésta condición. De seguro algún cínico se ha reído al verlo menear la cabeza constantemente. Pobre viejo! Mejor dejo de mirarlo. No me gustaría que se sienta mal por mí tozudez de observarlo. Mejor miro para otro lado.

Pero, total, de que sirve que mire para el otro lado si se ve la misma decadencia. Ese niño jugando con las aguas negras que están saliendo de ese registro. Esos jóvenes tomando cerveza en vez de estar en la escuela. Se ve que son niños. Pero a quién le importa esto. A nadie. De eso no hay la menor duda. Ni siquiera le arreglan la calle. Los barrios tan pobre son bueno para elecciones. Para esa época si son bueno. Ahh.. Si, para eso sí.

Pero que hago yo pensando en esta tontería, que el barrio, que el viejo, que los jóvenes. ¡A mí me importa eso!!!

- Viejo déjeme en la esquina…

Sandy valerio

Princesas.

Princesas
(cuento)

El cansancio se ha apoderado de ti. Te levantaste temprano a lavar, pues, el cúmulo de ropa era extraordinario. Y más que la ropa de tu esposo es doblemente sucia por la tierra del conuco. Pero eso no importa, siempre te enseño tu madre que la mujer es para la casa y el hombre para el trabajo. Te enseñó a ser una mujer que le pesa el ruedo de la falda. Ahora te sientas a descansar, ya terminaste de brillar los utensilios de la cocina. Se ven impecable. Si estuvieran en una vitrina se verían más lindos. Aunque en el orden que los a colocado en los palos de la cocina, se ven esplendidos. De mayor a menor, en forma descendente. Las pailas que hace un ratito estaban como el neumático de un carro, por el humo del fogón, ahora lucen como si fueran de plata en la tabla que tu esposo ha clavado para que las coloques.

Qué satisfecha te sientes, tu casita luce impecable. Tu esposo cuando venga del conuco se sentirá feliz, él te ha manifestado que le encanta como tu pones a brillar la casa.

Ahh…Sentada como te encuentras te das cuenta que se te ha olvidado algo, el piso. Haces un gesto para levantarte, pero te acuerdas que el agua que queda no es suficiente para rosear el piso, y no tienes energía suficiente para buscar al arroyo el agua que te falta. Y como el barro que tiene el piso es bastante bueno, está claro que el día anterior tu lo mojaste.

Pero eso no importa, lo que importa es que tu casa luce impecable. Quién diría que saliste una mujer de tanto temple. Cuantas mujeres desearían tener el carácter que tu tienes. El valor inquebrantable, y, al mismo tiempo, la ternura. Sí que eres extraordinaria.

Tan extraordinaria como la reina Isabel de Inglaterra que estás viendo en esa foto de la revista Hola que tienes en la mano. No tienes nada que envidiarle.

Hojeas la revista mientras descansa. Ves la reina que sale en diferentes lugares del palacio. Te queda anonadada de tanta belleza. Te absorben las majestuosidades de las fotos. Sus extraordinarias riquezas. Todo te absorbe.

Te concentras en la foto de la reina, con la princesa de Gales en las piernas. La inocencia de la niña se maximizaba en la foto, y tú, como madre, la percibías, y te dices –Que felices son – y de repente un grito infantil te hace volver a la realidad. Es tu niña, tu princesa, que tiene calentura desde ayer.

Sandy Valerio 



Pintura "Campesina en fogón" de Rafael de Dominicana

Me falta algo.

Me falta algo.

Me parece que de esta no te salva. Tú deterioro se ha maximizado aún más que cuando te hirieron. Fueron dos disparos en la espalda, pues, había emprendido la huida cuando viste los policías. Sabía que era a ti que buscaban. Te habían dado par de carreras en los últimos días. Pero la suerte te abandonó en esta ocasión. Y más, si el último que asaltaste era hijo de una persona influyente. Este cuando dio tú descripción, los policías de una vez supieron que eras tú. Fuerte, de tez oscura y estatura mediana. Con clinejas a ras del cuero cabelludo. Más que un asaltante, parecías un atleta de béisbol. Y pare favorecerte joven. Unos años atrás, todos los ojos de aquellos que dirigían la liga de béisbol que tú pertenecías, te señalaban como una futura estrella. A José, tú tío, tú dirigente se le había acercado comunicándolo de tus cualidades. José hizo todo el esfuerzo posible. Te compró el guante de pelota, los ganchos. Todo lo que tú necesitabas, pues él sabía que tú madre no podía ayudarte. Y además, él veía cómo ella te trataba. Lo que él no podía comprender era por qué te trataba así. Si estaba enojada, lo descargaba contigo. Si había poca comida, te quedabas sin comer. Si tus hermanos cometían una fechoría, tú pagabas las consecuencias. Cuando le comentaron de tus cualidades atléticas, las menospreció a tal extremo que te hizo creer que tú no eras bueno y que sólo serías como tú padre. Ah… Tú padre. Por él es que tú madre ha descargado tanto odio en ti. Pero ella no es culpable. Su odio y su ignorancia no le permiten discernir respecto a que no eres culpable de que tú padre lo abandonaras. Y el odio y la ignorancia combinados producen consecuencias aterradoras. Y tú eres un producto de esa combinación. Eres sádico. Disfrutas cuando tus victimas te suplican que los dejes vivir y te lleves todo lo que cargan. Ah… Sí. Lo disfrutas. Y tú ego se infla cuando lo comentas con tus amigos. Para ellos eres un ácido. Tus habilidades atléticas las trasladaste a actividades denigrantes. Desde luego, para ti no lo son. Solamente traspasas todo el odio que han descargado en ti. Y eso que no menciono todos los días de hambre que has tenido que soportar en tu corta vida. De esto podemos deducir que al tener tus víctimas esta necesidad satisfecha y tú no, menos remordimiento te producen. En ocasiones te digite – Estos pendejos hartos y yo con hambre- Ah… Sí. Eres un psicópata, de eso no hay duda. Pero ahora, postrado en esa camilla, eso no importa. Ni a los doctores que te atienden, tampoco le importa. Ellos sólo saben que fue en un intercambio de disparo con la policía que te hirieron. Cuando te ingresaron en la sala de emergencia, las probabilidades de vida eran nulas. Uno de los disparo te había destruido la columna vertebral, y el otro te perforó los pulmones. El doctor cabecera no se explicaba cómo había llegado vivo al hospital. Sería un milagro. Y si que lo era. A éste se le ocurrió hacerte todos los análisis de lugar para ver si no tenías ninguna enfermedad letal. Aunque tú contextura física hablaba de tú buena salud. Y efectivamente, saliste más limpio que el alma de un santo. El doctor no perdió tiempo. Llamó al banco de órganos. Dijo que tenía dos riñones, un hígado y un páncreas a disposición de alguien que lo necesitara. No habían transcurrido dos horas de haberte ingresado a la sala de cirugías cuando tú hígado y tú páncreas se encontraban en camino hacia otro inquilino. Sí, esa es la vida, ha quitado vida y ahora con tus órganos las salvas. Al día siguiente, encontrándote en cuidados intensivos, el doctor recibió una llamada comunicándole de un paciente con problemas renales. Te ingresaron a la sala de cirugías de nuevo y en una hora uno de tus riñones te había abandonado. Así de simple.

Tus familiares albergaban esperanzas, el doctor no se la daba. Pero que todo correría por su cuenta, le daba pena que un joven tan lleno de vida se le fuera de las manos.

Te sientes vacio. No sientes los pies. A una de tus primas que le permitieron entrar le dijiste que te sentías solo y como si te faltara algo. Ella entendió esto como un mal augurio, como una despedida.

Ahora tienes un deseo inmenso de ir donde tú hermana María a contarle. Pero no puedes menearte de esa camilla. Aunque la fuerza de ir a verla es tan extraordinaria que va en cuerpo astral. Ella pensará que fue un sueño o que anda penando… Penando…

Sandy Valerio.

martes, 6 de mayo de 2008

Gotas.

Gotas.

Cuanto espacio he recorrido desde que partí y dejé mi dueño. No he vuelto a sentir cosas que con él sentía.
He deambulado por lugares extraños, sin rumbo; He subido, bajado y rodado llenando aun conglomerado de plantas que me le deslizo por entre las ramas hasta llegar al tronco.
Muchas de nosotras son absorbidas por ellas. Otras, como yo, deambulamos por lugares inhóspitos, moldeando río, creando esperanza, dando nueva vida a quienes liberan más de nosotras.
En ocasiones hemos creado momentos de traumas y desolación al caer en grande cantidades sobre lugares necesitadas de nosotras. Pero después viene el verdor, el aroma primaveral, se reconstruye todo el entorno y la desesperanza desaparece.
Más nosotras continuamos nuestro recorrer. Cada minuto, cada segundo continúan llegando y quedando se, ese es nuestro existir.
En el transcurso de nuestros viajes nos contamos nuestras experiencias, vivencias y sentimientos.
A veces nos conmovemos al cruzar por lugares que necesitan de nosotras, pero mejor se adhieren más en nuestro camino.
En mi trayectoria he conocido unas cuantas que me han contado como la han liberado. Recuerdo que una me decía; -Mi amo, después de tener que correr en busca de un préstamo para entregárselo a quien salvaría la vida de su ser más querido. Aquella persona le dijo que no era suficiente, y que no podía hacer nada. ¡Pudiendo hacer tanto!
Empezó a respirar rapidísimo, dando vuelta de un lado a otro, se sentó en un lugar solitario. Se puso las manos por donde salimos nosotras, tratando de que no saliéramos, pero era tan intensa la fuerza que nos expulsaba, que él sentía nuestra calentura mientras nos le deslizábamos por entre sus manos en cantidades extraordinaria.
Y así me han contado otras de cómo la liberan, y todas coincidimos en que es una fuerza extraordinaria que nos impulsa.
La última con la que compartí un buen rato, antes de que nos apartáramos en unos de esos turbulentos momentos en que nos aglomeramos. Me decía que le hacía falta su amo, un ser sublime, con todas las virtudes del mundo. Que amó tanto a sus semejantes que dio la vida por ellos; y que la había liberado cuando le dijeron de la muerte de un amigo de él llamado Lázaro.
Yo quede fascinada con el relato de ella, ¿Cómo podía un humano ser tan sublime que diera la vida por sus semejantes? Más, al verme tan emocionada con la historia de ella, me preguntó qué cómo me habían liberado?
A lo cual le conteste: Al escribir sobre nosotras.

Sandy Valerio

Sentir.

Sentir

Mi historia comienza una mañana en la que transcurría todo en normalidad, desde luego, la normalidad que estoy acostumbrado. En mi mundo la vida es algo especial. Es un acontecer de hechos fuera de lo común. Somos un grupo de cuerpos ovalados con colas, y nos movemos con independencia.

Cada uno tiene su propio sentir. Unos mueven la cola más rápido, otros son más resistentes. Pero tenemos la peculiaridad de que somos de un mismo lugar. De lo contrario no podríamos vivir.

La razón de ser de nosotros no es solamente convivir juntos y pelear entre nosotros, sino, competir. El que llegue más rápido a un lugar en el que ninguno regresa. Aunque nos cuentas que son unos cuantos los privilegiados. Todo va ha depender de las circunstancias en la que nos veamos envueltos.

En nuestras vidas hay momentos en que no depende de nosotros, sino, de ciertos fenómenos naturales; por ejemplo, la cantidad de nosotros, ciertos fenómenos físicos o químicos. Y también una orden del más allá, sobrenatural, divina.

Cuando sucede uno de esto fenómeno, existe un camino que tenemos que recorrer. Atravesamos un conducto bien largo. Somos inspeccionados por dos fenómenos ovalados como nosotros pero sin colas. Estos están atados a algo que no sé su nombre pero se contrae y se extiende.

Después de ese camino tan largo, nos expulsan con una fuerza extraordinaria a un paraíso. Donde no andamos tan apretados. Nos movemos con libertad. No chocamos. Es raro cuando se cruzan dos en el camino.

Tengo que hacer un paréntesis. Hay ocasiones en la que un grupo de nosotros cae en el vacío o en un ambiente deteriorado. Pero de ellos no se vuelve a saber. Esto nos lo ha dicho… No se puede decir.

Pero volviendo a lo esencial. Una mañana nos encontrábamos reunidos un gran numero de nosotros, todos juntos, bien apretados, y llegando más. De repente tuvimos que salir rapidísimo. Fuimos inspeccionados a toda prisa. Yo iba en la delantera cuando nos expulsaron a toda velocidad. Y, sí, caímos en un ambiente extraordinario. Todo era grande. Un mundo gelatinoso, calido, fantástico, me sentía como en el paraíso.

Después de estar de un lado para otro, dando vuelta, como si estuviéramos buscando algo. Pero no sabíamos que era… Vimos algo redondo que se acercaba a nosotros. Nos lanzamos a ver lo que era. En ese instante sentí una sensación extraña. No sé por qué era yo el que iba en la delantera. Fui el primero en acercarme le. De repente me absorbió. Todos se quedaron mirando. No hicieron nada para ayudarme. Sentí que me estaba comiendo. Me cortó la cola. En ese instante perdí el conocimiento pero sabía que estaba vivo. Lo último que recuerdo es que me comieron y que estaba vivo.

Unos días después desperté. Estaba totalmente diferente. No tenía cola, era muy lento. No tenía velocidad. No podía moverme. Sentía sensaciones extrañas. Sin saber de donde me llegaban. Mis compañeros, que eran tantos no volví a verlos.

Según pasaba los días, las sensaciones eran más fuertes. Estaba cambiando radicalmente. Había algo de fuera que cuando se acercaba, lo sentía. Me decía algo, lo escuchaba.

Todo era extraño. Todo cuanto estaba a mí alrededor era extraño. Hasta yo era extraño. Sentía unas cantidades de emociones que no sabía de dónde venían. Pero me encantaban. Es más. No me movía y me sentía mejor que cuando me movía.

Todo me llegaba por algo que estaba pegado a mi centro. No tenía que buscar nada. Todo estaba siempre en mí. Nada me faltaba. Las sensaciones se hacían tan fuerte que me hacían vibrar dentro de mí. Pero no podía moverme.

A mí alrededor todo estaba calientito.

Si mis compañeros me ven con lo grande que estoy. Tengo como mil veces el tamaño de ellos. ¿Cómo estarán? Seguro están bien. Hay algo que no me puedo explicar. Si esa cosa me comió. ¿Cómo es que estoy vivo? Y tan grande. Será que nos transformamos los dos juntos en algo anormal.

Con el ritmo que llevo, creo que voy a ser un gigante. Por que en unos cuantos días que llevo, tengo como mil veces el tamaño que tenía. Serán las sensaciones que siento. O quizás lo que me está llegando a través de mi centro lo que me ha hecho crecer tanto.

Lo que si estoy seguro, es que si mis compañeros tuvieran la suerte de que se lo coman como a mí, tuvieran la misma felicidad que tengo yo.

Sensaciones, crecimientos y alegría. Todo lo que cualquiera de mis amigos pudiera desear.

Luego todo a mí alrededor se calentó. Por el centro de mí empezó algo ha entrar que me estaba matando. Sentía que era fuerte como la otra vez. Sentía miedo en esta ocasión. No creo que era bueno lo que me entraba. Estaba cortando me y no tenía cola que cortar. Es más, era entero que me estaba cortando. Cuando estuve a punto de ser cortado, vino algo sobre natural. Era una fuerza extraordinaria, me atrapó, me envolvió. No dejó que me cortara. De una vez empezó todo a mí alrededor a ponerse normal.

Luego vino una sensación más fuerte, me dio seguridad. Volví a sentirme feliz. Aunque aún tenía el temor de que me volviera a suceder aquella cosa tan mala.

Empecé a crecer más. Sentía un escándalo encima de mí. Un pun… Pun… que me encantaba. Volví a sentirme feliz. ¿Qué había provocado aquello? No lo sé. Que sintiera que iba ha explotar y que no permitieran que explotara. Talvez alguno de mis compañeros me lo dirá.

Según pasaban los días todo seguía con normalidad. Sensaciones iban y venían.

En una ocasión sentí una fuerza que me estaba apretando, me pedía que me meneara. No era la fuerza que me protegió, no, era una fuerza más débil, pero me hacía feliz. Sé que no me haría daño, lo presentía. Aunque a lo primero me apretaba como queriendo matarme. Pero no lo hacía. En otra ocasión esa misma fuerza empezó a menearse de un lado a otro. Y no sé, pero me encantaba. Sentía como si estuviera haciendo me cosquilla, era extraordinario. Que felicidad. Que dicha la mía. Que envidia me han de tener.

Hay algo que siempre me ha llamado la atención. Era que, había una fuerza, que cuando se me acercaba me hacía sentir feliz, pero era muy esporádica. Ocurría ocasionalmente. Luego se iba. No la volvía a sentir. Que extraño. Verdad…

Entonces empezaron a suceder me cosas extraña de nuevo. Las sensaciones podía diferenciarlas. Empezaron a salirme cuatros colas. Dos mas para bajo de mí cabeza y dos mas para bajo de mí centro. Ya tenía un tamaño de gigante. Ya sabía que me gustaba que entrara por mí. Después, un milagro, menee una de mi nueva cola. Que felicidad… Sentía que moría de alegría. OH… No lo creo. Quería correr pero no podía. Sí… Sí… Menear una cola uaoo…Cuando mueva mis cuatros colas seré más rápido que antes. O perdí esa rapidez al transformarme. Pero si con una cola me meneaba rapidísimo. Qué será con cuatros. No, no lo podía creer…

La fuerza que me empujaba a lo primero, ahora hacía que meneara mis colitas de felicidad.

La otra fuerza que venía y se iba, hacía que meneara mis colas con más rapidez. Pero siempre se iba. No duraba mucha esa alegría.

Cuando estaba más feliz. La fuerza que me apretaba al principio de mi transformación, ahora me hacía cosquilla a cada instante. Me pasaba algo con cinco ganchos juntos que me fascinaba. Era un movimiento circular. Con mucha frecuencia.

Pero ocurrió un imprevisto. Empecé a sentirme sin fuerza. Mis colas tenían cada una más colitas, pero no se movían. Y no tenía ganas de moverlas. No tenía ganas de que me hicieran cosquilla. La fuerza que me hacía cosquilla hacía un esfuerzo extraordinario para que me meneara. Y… Sucedió… La fuerza que me salvó cuando iba ha explotar, esa misma fuerza me vino ha buscar…

Sandy Valerio.

Devuelve esa miseria.

Devuelve esa miseria.

El no quería acercarse donde se encontraba su padre, sentía vergüenza, pero sus amiguitos insistían, pues si le daban 5 pesos comprarían dulces para todos; y como el padre estaba apostando a los gallos, es porque tenía dinero.

Lo convencieron, y entre alegría y tristeza se acercaba a su padre. Alegría, porque su padre le daría la bendición; y tristeza, porque su padre no le gusta que lo molesten cuando apuesta a los gallos. Pero coincidencialmente siempre que lo podía ver y besarle la mano era en la gallera.

En está ocasión era igual, le besó la mano – sion papi – y con gesto despectivo el padre sacó 10 centavos, se lo entregó y al mismo tiempo - Dios te bendiga y váyase para su casa, los niños no están en gallera.

El váyase para su casa no lo escuchó, pues la alegría que le produjeron los 10 centavos y el Dios te bendiga era tan inmenso que se le olvidaron todos sus amiguitos, y emprendió una carrera que a todos sus compañeritos los dejó votados; y entre zancada y zancada, solamente decía; - vi a papi, vi a papi, y me dio diez…

Sus amiguitos, que al verle salir tan rápido, también lo siguieron, solamente escuchaban cuando decía, - vi a papi, vi a papi, y me dio diez…- la alegría también los contagió, y se decían – hasta paleta vamos a comprar con los diez pesos, eso da para comprar de todo.

Y con el corazoncito tan agitado como las olas del mar en un Huracán, llegó donde su abuelita. Y ésta a verlo tan contenta sonrió, pero con tristeza, pues la polla de él ella la había tenido que matar para comer; y le dijo ella – y esa alegría mi terruño – Y él le contestó – vi a papi, abuelita, y me dio diez…- A ella se le agrandaron los ojos, lo cogió por un brazo; y le dijo – deja ver los diez pesos – Y el niño sorprendido, le dijo a ella – cuáles diez pesos, abuelita, fueron diez cheles – Ella frunció las cejas y con una voz estruendosa le dijo – Devuelva esa miseria… rápido.

Sandy Valerio.

domingo, 4 de mayo de 2008

Noche de traición.

Noche de traición.
(Cuento)

Han transcurrido cuatro horas desde que tu marido está durmiendo. Son específicamente las dos de la madrugada. Ya están todos durmiendo, incluyendo los niños. Decides confirmarlo no vaya a ser que alguno se despierte o esté despierto con el sonido que acaba de escuchar en la galería. Es la señal indicada de que te esperan.

Ha silenciado el televisor y te dirige a la habitación de los niños, los observas, confirma que están durmiendo. No hacen algún gesto de que puedan despertar. Eso te tranquiliza.

Ahora te desliza hacia la habitación de tu esposo. Y aunque la adrenalina fluye por todo tu cuerpo, la costumbre y el rencor que siente por tu marido no te hacen perder el control de la situación. Te le acerca, observa su respiración, su cuerpo, sus ojos, está plenamente dormido. Mueves las manos delante de su rostro no vaya a ser que pueda despertar. Pero no hace ningún gesto. Confirma su estado onírico acercando tu rostro al de él. Si él se despertara pensaría que lo intenta besar.

Después de confirmar que todos duermen y de tomar las precauciones de lugar, caminas hacia la puerta. Un sonido parecido al primero te hace detener. Vacilas por un segundo hasta comprobar que nadie lo ha escuchado. Estar en éste estado de ansiedad te esita. Más si sabes que un hombre arriesga su vida para tenerte. Sentirse deseada con demasía es algo extraordinario, hasta el extremo de sentir tu pantis húmedo. Tu excitación es tan sublime que no te importa tu esposo, tu familia, ni tus hijos. Nada te importa, sólo satisfacer tu cuerpo. Y el objeto para alcanzar éste objetivo te espera.

Abres la puerta con sumo cuidado y sales. La experiencia te ha enseñado que después que tu esposo se duerme nada lo despierta. Al cerrar la puerta te sientes liberada para hacer lo que tú quiera. Y tu cuerpo, el monte de Venus y tu libido son cómplices de ti. Te insistan a continuar con ese hedonismo enfermizo. Con esa adicción de tu cuerpo que no puede controlar, sólo satisfacer.

Antes de bajar la escalera te detienes y observas las persianas de los apartamentos de tus vecinos, todas están cerradas y con la oscuridad que hay en la escalera pues quien te espera se ha encargado de deshacerse de los bombillos de ésta. Te acerca a la orilla de pasillo y mira hacia abajo. La mirada tuya y la de él se cruzan. Y él insinúa que te va a encontrar en la escalera pero un gesto de tus manos lo detienes; Y te dices – Es mío – Y comienza a descender la escalera lo más rápido posible pero sin hacer el menor ruido.

Al pisar el último escalón él te tienes en sus brazos. Y la pasión se encarga del resto.

El manto de la noche traicionera los arropaba para que no salieran los gemidos y las ondas expansivas de la energía que liberaban ambos al alcanzar la cúspide de éxtasi.

Sin lugar a dudas de que no hay el más mínimo indicio de lo que acaba de suceder, salvo algunas gotas de semen en el piso.

Al despedirse les dices que lo espera a las 8:30 AM para prepararte un buen desayuno, pues tu esposo estará para el trabajo y los niños para el colegio.

Ahora de regreso en la casa abre la puerta con el cuidado que utilízate al salir, pero éste cuidado de nada te sirve, un rostro inquisidor con un objeto en la mano derecha te manda a cerrar la puerta con todos los petillos no vaya a ser que entren ladrones.

SANDY VALERIO

Una mente perturbada.

Una mente perturbada.

Cuando la maldad es usada sin ninguna restricción los resultados pueden ser escalofriantes. Sí. Mírate. Eres víctima de esa maldad. Estas vuelto un manojo de basura. Quien diría que un joven con tantos talento como tú se encontraría en esa condiciones. Das pena. Un religioso diría que estas poseído por demonios y un psiquiatra te diagnosticaría una neurosis crónica o una esquizofrenia en una etapa patológica. Pero para estas gentes eres sólo un loco más. Muchos dicen que fue de tanto leer que te pusiste loco. Para otros, el haberte enamorado de una rica, siendo pobre, pues, sólo en las novelas se casan las ricas con los pobres. Ah. Nada de esto se acercaba a la realidad. Ni tú mismo sabía lo que te había sucedido, ni nunca lo sabrá. Las probabilidades de que vuelva a tener luz en tú mente son remotas. Pero eso a nadie le importa. Y menos en esta tierra que cada quien es el forjador de su destino. Es tan así, que para que terminara el bachiller tuviste que pelear con tú padre. Sí, y esta fue tú desgracia. Eras un rebelde. Un revolucionario en potencia. Y para desgracia inteligente. Cosa mal vista por las elites sociales. Para estos, a los pobres hay que mantenerlos en la ignorancia. Y si surgía uno que rompiera con el ritual de la sociedad, utilizar las herramientas adecuadas para doblegarlo.
Exclusión social, estrangulación económica e intimidación. Y si nada de esto funcionaba, el extremo. La muerte… O lo que te pasó a ti. Sí, a ti... Por haberte involucrado con aquellos jóvenes comunistas. Te volvieron un vegetal. Primero identificaron los cabecillas. Y, desde luego, te encontrabas tú. No tuviste que hacer mucho esfuerzo para encontrarte entre los líderes. Tus cualidades naturales te facilitaban el reconocimiento de todos. Inteligente, emprendedor, prudente, justo y con carácter. La dureza del campo te había endurecido el espíritu. No escatimaba esfuerzo por una causa que cosiderara justa. Y era justo por lo que luchaban. Libertad, igualdad de oportunidades y reivindicaciones sociales. Ah. Mírate. Nada de esto existe en tú cabeza. Te han producido una regresión mental a tal extremo que eres un homo sapien. Eres todo un conglomerado de basura, mal olor y podredumbre. Deambulando de un lugar a otro buscando paz. Ahora está sentado descansando. ¡Talvez! Pues quizás algún reducto del inconciente te comunica que está cansado. Esto no se puede afirmar, pues, te llegarían ráfagas fugases de lo que te aconteció. Y no es así. No te acuerda que primero te intimidaron. No te acuerda que visitaron a tú padre y a tú madre para que te persuadieran. No te acuerda que después de la muerte de aquel descendiente de Júpiter que desembarcó por la playa caracoles la represión se intensificó. No te acuerda quien fue que te traicionó. No. No te acuerda. Y mucho menos te acordará cuando te agarraron a ti y dos más de tus compañeros. Fue tan rápido que no le dio tiempo para correr o defenderse. Le dieron tantos golpes que no había espacio en el cuerpo que no tuviera hematomas. Pero el objetivo no era darle golpes solamente, sino, matarlo. Ustedes estaban demasiado calientes. Y, efectivamente. A tus dos compañeros los mataron. Nunca más se supo de ellos. A ti, el azar te tenía una buena jugada. A uno de los esbirros del sistema, de apellido Everts, le habían encomendado al campesino de Santiago. Este cumplió a cabalidad su objetivo. Te observó de Día y de noche. Se infiltró en tú familia. Las chicas que tú frecuentaba. Tus amigos. Fue un seguimiento perfecto. Era de los mejores en asuntos de espionaje. Ah. Y entonces. Te salvó la vida. Sí. Te la salvó. Pero a cambio dio órdenes de que te inyectaran un milímetro de creolina en la parte trasera del cráneo, es decir, en el cerebro. Borró todas tus cualidades mentales a cambio de salvarte la vida. Pero, sobre todo, daría el ejemplo de que el que estudia mucho y se involucra con comunita, se pone loco. Sí. Un asesino magnánimo. Tan magnánimo que el mismo te llevó a tú campo y te abandonó en la carretera para que tus compueblanos te encontraran. Cuando te llevaron a tú casa no te reconocieron. Y, mírate ahora, sentado en el ocaso de tus Días, nada por lo que luchaste se ha cumplido. Gracias a Dios que tú no está conciente de esto.

Sandy Valerio

Aniversario.

Aniversario.

La ejecución de un hecho trascendental, sea éste positivo o negativo, marca al individuo para toda la vida. Es motivo de recordación el aniversario del acontecimiento. Y hoy es otro aniversario más para tí. LLevas 33 años celebrandolo. Se matará
uno de tus mejores novillo. La bebida es de la mejor. Whisky, cerveza y ron para tus empleados. Sí.., siempre te has mostrado magnanimo con estos. De aquí que te seán tan fieles. Nadie osaría decir algo malo de ti delante de ellos. Su condición servil y dependiente de un amo los hace vulnerable. Por eso es que nunca han preguntado el motivo de la celebración, aún sin saberlos. Aunque los más viejos han comentado entre los dientes que coincide con el día en que desapareció Antonio Perez. Tú enemigo. El novio de la que es tu esposa y madre de tus hijos ahora. Por ella fue que artículaste tanta intriga, tanta mentira. Lo hiciste caer en desgracia con el jefe. Sí... Con él. Sabía que después vendría la catástrofe para Antonio. Y así fue. A éste por ser un hacendado muy próspero lo habían invitado a una fiesta con el jefe. Pero la salud no le permitió su asistencia. Esta fue la gota que lleno la copa. La confirmación de todo lo que tú había dicho. Que no tenía el carnet del Partido Dominicano. Que no tenía el nombre del jefe en la puerta de su casa. Que el jefe no sabía gobernar. Que nunca iría a una actividad con el jefe. Todo esto era cierto, Antonio estaba convencido de la maldad del jefe, pero nunca lo había comentado con nadie. No le interesaba la política. Solamente su finca, trabajarle y ponerla a producir. Esto era lo que te molestaba, junto con que tenía amores con la mujer más linda del pueblo. La que no se podía salir de la cabeza. La que amaba en silencio por el respeto que le tenía a Antonio.

Al día siguiente de la fiesta que Antonio no pudo asistir por problema de salud, Alisinio Peña Rivera, el jefe del SIN en Santiago te mandó a buscar. Te interrogó. Le confirmaste todos los rumores e inclusive que tú había estado hablando con él la tarde antes de la fiesta y te había dicho que no iría a esa maldita fiesta. Alisinio te felicitó por la lealtad con el jefe y te prometió que sería muy bien recompensado. Que el jefe siempre compensa a sus amigos.

Saliste lleno de felicidad de la oficina de Alisinio, pues, viste que éste empezó a hacer el informe de una vez ya que Antonio era un peje grande. Un campesino rico mal agradecido.

A la semana de tú entrevista con Alisinio desapareció Antonio. Nunca más se supo de él. Algunos comentaban entre los dientes que fue por no ir a la fiesta del jefe que Antonio cayó en desgracia.

No podía creerlos. El jefe era lo más grande que ha pasado por éste país, te decía. Pero la desaparición de Antonio no era nada, lo mejor te llegó a los dos meses. Su finca. El jefe te la regaló en agradecimiento. Como te lo había dicho Alisinio que el jefe premiaba la lealtad.

Y ahora mirate. Gracias a Antonio eres rico y tiene la mujer que amaba. Como no celebrar el aniversario de su desaparicion!!!

sandy valerio